Cómo el Teísmo Clásico ha moldeado mi vida espiritual
La inmutabilidad e impasibilidad de Dios garantizan el hecho de que le amamos porque Él nos amó primero (1 Jn. 4,19), y que su amor por nosotros no cambia ni tampoco lo hará. Sin embargo, si Dios cambia, entonces realmente estremece la idea de que Dios pueda alterar su plan porque algo haya perturbado su felicidad eterna. Felizmente, esto no puede suceder, y podemos regocijarnos sabiendo que el Dios impasible ha asumido una naturaleza pasible al venir como hombre para salvarnos de nuestros pecados.