¿La sed eterna del Hijo? La necesidad de distinguir las dos naturalezas de Cristo
Cristo somete perfectamente su voluntad humana a la voluntad divina y obedece perfectamente la ley, pero es preciso distinguir la voluntad humana de la voluntad divina. Ambas pertenecen al Hijo, pero las propiedades de una naturaleza no se transfieren a la otra. No transferimos atributos de su naturaleza divina a su naturaleza humana. No decimos, por ejemplo, que su cuerpo humano es omnipresente. Sin embargo, tampoco transferimos atributos de su naturaleza humana a su naturaleza divina. No transferimos cosas como la sed, el cansancio o la obediencia a la naturaleza de Dios.