Los últimos días me han llevado a reflexionar sobre la relación entre la teología trinitaria y la predicación cristiana.
El primer impulso llegó en junio, mientras participaba en la Conferencia Catalyst de la Iglesia Presbiteriana Internacional en Londres. A lo largo de tres días, tuve la oportunidad de escuchar una gran cantidad de buenas predicaciones, incluidos tres sermones de Sinclair Ferguson sobre las Epístolas Pastorales. Por las tardes, tuve asimismo la posibilidad de conversar con varios ministros y candidatos ministeriales de la IPC sobre la naturaleza y la vocación de la predicación evangélica, al igual que sobre la situación actual de la predicación cristiana en el Reino Unido y Norteamérica. El segundo impulso surgió en julio, cuando terminé un breve manuscrito sobre la doctrina de la Trinidad (que publicará Crossway el año que viene). El tercer impulso surgió de la investigación que estoy realizando para otros proyectos. Lo que sigue son algunos pensamientos dispersos sobre la relación entre el personalismo trinitario y la predicación cristiana, inspirados por la confluencia de estos tres impulsos.
¿Qué es el personalismo trinitario?
«Personalismo» es un término con unas connotaciones filosóficas específicas que no pretendo abordar aquí. Lo que quiero decir con «personalismo trinitario» se deriva de un concepto, expresado por Tomás de Aquino en su disputa sobre el poder divino, de que el término «persona» es un término de dignidad, que indica dos cosas sobre la suprema grandeza y bondad de Dios. 1 Tomás de Aquino, The Power of God, trad. Richard J. Regan (Oxford: Oxford University Press, 2012), P. 9, art. 3 (p. 248): «Debemos decir que . . . persona significa naturaleza con un modo de existir. Pero la naturaleza que persona incluye en su significado es la más excelente de todas las naturalezas, a saber, una naturaleza intelectual por su género. Asimismo, el modo de existir que la persona significa es el más excelente, a saber, que algo existe intrínsecamente».
En primer lugar, que Dios exista en tres personas indica que su modo de existir es el modo más elevado que hay de existencia. Específicamente, el Dios trino es el Dios viviente; y la vida que vive es una vida de perfecta inteligencia, amor y beatitud. En segundo lugar, el hecho de que Dios exista en tres personas indica que su modo de existir inteligente, amoroso y bienaventurado subsiste de tres maneras distintas, irreductibles e insustituibles: como Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Dios vivo y verdadero es el Dios tripersonal; y la vida que vive es la vida del Padre que engendra, del Hijo que es engendrado y del Espíritu que es espirado en su amor mutuo.
¿Qué tiene que ver este refinado punto metafísico con la predicación cristiana? Quédate conmigo.
El personalismo trinitario en la exégesis patrística
Los Padres de la Iglesia muestran una especie de personalismo trinitario en su lectura de la Sagrada Escritura. Hay tres ejemplos que destacan.
El primero es el de Ireneo de Lyon. En su disputa con los intérpretes gnósticos, que tergiversaban de tal modo la Sagrada Escritura que su mensaje unificado resultaba irreconocible, Ireneo sostiene que el principal propósito de la «regla de fe» es ayudar a los lectores a identificar a la persona de Jesucristo como el hermoso Rey al que apuntan todas las Escrituras. El horizonte u objetivo de la Escritura, según esta interpretación, no es algo, sino alguien. La Sagrada Escritura, en toda su diversidad histórica y literaria, es un libro que presenta ante los ojos de la fe a Dios Hijo, el Rey hermoso.
El segundo ejemplo coincide con Ireneo en considerar a las personas de la Trinidad como el tema central de las Sagradas Escrituras y (potencialmente) explica el origen del término persona en la teología cristiana. Como Matthew Bates y otros han argumentado recientemente, el Nuevo Testamento y la interpretación patrística temprana del Antiguo Testamento exhiben una antigua estrategia de lectura conocida como «exégesis prosopológica», la práctica de señalar personajes cuyos nombres no se mencionan o que son ambiguamente identificados (dramatis personae) dentro del drama del discurso escritural. Por ejemplo, el autor de Hebreos identifica al Rey al que Dios se dirige en el Salmo 2:7 como Jesucristo, el Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad (Heb 1:5). Este enfoque de la exégesis «centrado en la persona» es el nacimiento del personalismo trinitario: el fundamento bíblico de la percepción de la Iglesia de tres «personas» en un solo Dios. 2Matthew W. Bates, The Birth of the Trinity: Jesus, God, and Spirit in New Testament & Early Christian Interpretation of the Old Testament (Oxford: Oxford University Press, 2015).
El tercer ejemplo tiene que ver con una práctica exegética muy extendida entre los estudiosos de la cristología patrística. La «exégesis partitiva» se refiere a la práctica de atribuir las naturalezas divina y humana, las acciones y los sufrimientos de los relatos bíblicos de la vida de Jesús a un único sujeto personal, la segunda persona de la Trinidad. Aunque sus naturalezas divina y humana explican cómo Jesús hizo lo que hizo y sufrió lo que sufrió (es decir, siendo Dios y hombre), no explican quién hizo y sufrió lo que Jesús hizo y sufrió. La exégesis partitiva, como práctica exegética, es una forma de observar que, en todos sus hechos y sufrimientos, estamos tratando con un sujeto personal, el Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad encarnada.
Al igual que la concepción de Ireneo sobre el horizonte de la Escritura, y la exégesis prosopológica, la exégesis partitiva es una forma de personalismo trinitario, un enfoque de la interpretación que reconoce que las Escrituras no se centran simplemente en ideas y prácticas, sino primordialmente en una persona: la persona de Dios Hijo encarnado y la narrativa de su obra salvadora.
El personalismo trinitario en la teología protestante
Un ejemplo adicional nos ayudará a apreciar la importancia del personalismo trinitario para la predicación cristiana. El reciente libro de Phillip Cary, The Meaning of Protestant Theology,3Phillip Cary, The Meaning of Protestant Theology: Luther, Augustine, and the Gospel That Gives Us Christ (Grand Rapids: Baker Academic, 2019). es una visión provocativa y no poco controvertida de la contribución central de la teología protestante a la Iglesia católica. Su tesis es que la teología protestante, sobre todo en la obra de Martín Lutero, ofrece un nuevo enfoque, en contraposición con el sistema sacramental medieval de piedad, a la pregunta de cómo los seres humanos pueden obtener la gracia de Dios.
Según Cary, Lutero puso de cabeza el sistema sacramental medieval al predicar la salvación por la sola gracia de manera personal. El evangelio no consiste simplemente en comunicar ciertos beneficios salvíficos como la justicia, el perdón, la santificación, etc. (aunque nunca es menos que esto). Tampoco es simplemente una instrucción acerca de «cómo vivir la vida cristiana» (aunque siempre implica esto). En la predicación del evangelio, el predicador ofrece, y el creyente recibe, a Dios en persona, el evangelio en persona. En palabras de Cary:
El Evangelio, según ha enseñado la teología protestante desde Lutero, es la manera que tiene Dios de darnos nada menos que a su propio Hijo amado.4Cary, Meaning of Protestant Theology, 2-3.
Según Cary, el protestantismo en su mejor expresión es una forma de personalismo trinitario en teología que supone una forma de personalismo trinitario en el ministerio. Lo que me lleva a la relación entre el personalismo trinitario y la predicación cristiana.
Personalismo trinitario y predicación cristiana
A medida que escuchaba la predicación de Sinclair Ferguson este verano, se me ocurrió que una de las cosas que distingue su predicación de gran parte de la predicación contemporánea es su personalismo trinitario. Aunque muchos de los enfoques contemporáneos de la predicación cristiana reflejan una elevada visión de las Escrituras, y muestran una preocupación por ser «cristocéntricos» en ella, muchos parecen quedarse cortos en cuanto a un sólido personalismo trinitario.
A menudo, el compromiso con una visión elevada de la Escritura se traduce en un compromiso con la exposición bíblica versículo a versículo, y esto está muy bien. Seguir el curso de las palabras de la Escritura es esencial para una exposición bíblica sólida. Sin embargo, hay una notable diferencia entre predicar versículo por versículo a través de un texto bíblico como si fuera una especie de comentario y predicar versículo por versículo a través de un texto bíblico como una forma de adornar y elogiar a una persona divina. La primera se queda corta, mientras que la segunda responde al personalismo trinitario de la Biblia.
Jesucristo no es la solución de un rompecabezas, ya sea que esa solución se deduzca mediante un sofisticado método homilético o hermenéutico. Jesucristo es Dios Hijo en persona. Alguien, no algo, es el tema central y el horizonte de la Escritura. Alguien, no algo, debería ser el tema central y el horizonte de la predicación cristiana.
Como Sinclair Ferguson suele subrayar en su enseñanza y ejemplificar en su predicación, la predicación cristiana consiste en «exhibir» al Hijo de Dios encarnado, la segunda persona de la Trinidad, ante los ojos de hombres y mujeres, niños y niñas (Gal 3:1). Si bien la predicación implica la presentación de ideas e instrucción moral, supone también mucho más. Y este «mucho más» es trinitario y personal. Al predicar, somos heraldos del Rey, anunciando que ha venido y que volverá. Al predicar, somos amigos del novio, invitando a la novia a abrazar a su amado Señor. Al predicar, somos ministros del Nuevo Pacto, presentando a Jesucristo, revestido de todas las promesas del Evangelio, y convocando a los oyentes a comprometerse con Él en la unión y la comunión del pacto.
Él, alguien y no algo, es el tema supremo y el horizonte de la predicación cristiana: Dios Hijo encarnado, revestido de las promesas del Evangelio, crucificado y resucitado, ascendido y venidero. En mi opinión, ésta es la implicación fundamental del personalismo trinitario para la predicación cristiana.
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Este artículo ha sido traducido con permiso y fue publicado por el Dr. Swain en su blog personal, lo puede conocer aquí: www.scottrswain.com. Le invitamos a conocer los libros que ha escrito el Dr. Swain aquí. 5Los enlaces que redirigen a este sitio web no son parte del artículo original al igual que los subtítulos que se ingresan para facilitar la lectura.
- 1Tomás de Aquino, The Power of God, trad. Richard J. Regan (Oxford: Oxford University Press, 2012), P. 9, art. 3 (p. 248): «Debemos decir que . . . persona significa naturaleza con un modo de existir. Pero la naturaleza que persona incluye en su significado es la más excelente de todas las naturalezas, a saber, una naturaleza intelectual por su género. Asimismo, el modo de existir que la persona significa es el más excelente, a saber, que algo existe intrínsecamente».
- 2Matthew W. Bates, The Birth of the Trinity: Jesus, God, and Spirit in New Testament & Early Christian Interpretation of the Old Testament (Oxford: Oxford University Press, 2015).
- 3Phillip Cary, The Meaning of Protestant Theology: Luther, Augustine, and the Gospel That Gives Us Christ (Grand Rapids: Baker Academic, 2019).
- 4Cary, Meaning of Protestant Theology, 2-3.
- 5Los enlaces que redirigen a este sitio web no son parte del artículo original al igual que los subtítulos que se ingresan para facilitar la lectura.