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Catolicismo Reformado

Este artículo hace parte de una serie de tres partes. Puede leer la primera aquí, la segunda aquí y la tercera aquí.

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En la parte 1 presenté el comentario de Calvino acerca de la Iglesia de Inglaterra del siglo XVI. Señalé cómo Calvino elogiaba el estado de la religión en Inglaterra en aquella época, instruía al magistrado civil para que promulgara la uniformidad (sin criticar al prelado), emitía ciertas críticas específicas acerca de las oraciones a los santos y de la predicación insuficiente, y concluía con un llamamiento a endurecer la práctica de la disciplina eclesiástica. Todo esto lo extraje de la primera carta de Calvino a Eduardo Seymour, duque de Somerset. En esta entrega, me gustaría examinar algunas otras cartas de Calvino a Somerset, así como sus escritos al rey Eduardo VI y a Thomas Cranmer. En estas comunicaciones, veremos puntos similares a los de la primera carta de Calvino. En conjunto, surge una imagen coherente.

La continua correspondencia de Calvino con Somerset

Calvino escribió al menos dos cartas más al duque de Somerset. Dos años después de su carta inicial, Calvino escribió otra celebrando la restauración de Somerset tras un período de encarcelamiento en la Torre de Londres. Esta carta contenía relativamente pocos comentarios sobre el estado de la Iglesia, pero en ella, Calvino comparó a Somerset tanto con José (el de Egipto) como con el rey Ezequías. Calvino también reafirmó su confianza en el nuevo rey y animó a Somerset a “cumplir el servicio principal”, que era el mantenimiento de la verdadera religión en Inglaterra.

La tercera carta de Calvino a Somerset llegó en 1551 y fue escrita como documento justificativo a una carta enviada al rey Eduardo VI unos meses antes. Estas dos últimas cartas, como grupo, pedían al monarca inglés que reforzara el clero de la Iglesia de Inglaterra financiando mejor las universidades. Escribiendo a Somerset, Calvino pide que “se establezca un orden mejor que el que hay ahora”. Cabría esperar que Calvino pasara a una discusión polémica sobre la paridad o pluralidad entre los presbíteros, pero pasa a abordar la necesidad de velar para que se designen hombres “especialmente cualificados” para ser pastores en las iglesias. Calvino reclama la necesidad de financiar las universidades para que no se instalen en las iglesias “sacerdotes ignorantes”. Después pide que, una vez instalados en sus cargos, se proporcione a los pastores un adecuado y continuado apoyo financiero. Calvino critica el hecho de que quienes no simpatizan con la religión pura puedan estar beneficiándose de los ingresos de las iglesias o de las becas escolares y sostiene que la financiación debe ir a parar a los que más probablemente apoyarán la Reforma.

Cartas al Rey

A continuación, podemos consultar las cartas de Calvino al rey Eduardo VI. Le escribe una carta, pero también le dedica tres comentarios bíblicos, su enorme Commentary on Isaiah [Comentario de Isaías], su Commentary on the Catholic Epistles [Comentario de las Epístolas católicas o generales] y su comentario sobre el Salmo 78 llamado Dedication of a new work, and Christian exhortations [Dedicatoria de una nueva obra, y exhortaciones cristianas]. Estas dedicatorias, así como los comentarios adjuntos, son importantes en el sentido de que todas se centran en la reforma de la Iglesia y en el papel de la monarquía como apoyo a dicha reforma. Precisamente, en el Comentario de Isaías, durante su introducción, Calvino habla asumiendo directamente la persona y la voz de Isaías al dirigirse a Eduardo como Ezequías y como Ciro:

Y aquí te invoco expresamente, excelentísimo rey —o mejor dicho, Dios mismo se dirige a ti por boca de Su siervo Isaías— encargándote que, en la medida de tu capacidad y poder, lleves adelante la restauración de la Iglesia que con tanto éxito se ha iniciado en tu reino. En primer lugar, lees y oyes diariamente que este deber te es encomendado en el reino sobre el que gobiernas. Isaías particularmente, como he dicho, define a los reyes como padres cuidadores de la Iglesia (Is 49:23), y no les permite retener esa ayuda que su afligida condición exige. Tampoco debería afectar ligeramente a tu mente la consideración de que el profeta pronuncia un ay sobre todos los reyes y naciones que se nieguen a prestarle su apoyo. Además, Majestad, ves claramente lo que exigen urgentemente los tiempos. Aunque no tengas gran éxito en tus labores, con todo, sabiendo que esta adoración es aceptable a Dios y es un sacrificio del más delicioso sabor, no debes desviarte de tu propósito en ninguna circunstancia, por calamitosa que sea. Viendo, por tanto, que Dios te exhorta a ser valiente y, al mismo tiempo, te promete el éxito, ¿por qué no deberías obedecerle alegremente cuando te llame?

Sin lugar a duda, esta es la situación del profeta Calvino. Pero no es una situación en donde un profeta está contra el rey. Más bien, aquí el profeta llama al rey a continuar con el proyecto que ha iniciado y a no retroceder ante la oposición.

En su carta a Eduardo, vemos muchas de las mismas observaciones que se hicieron a Somerset. Calvino alaba el estado general de la Reforma en Inglaterra, pero tiene algunos puntos de preocupación que continúan. Que todavía haya estas necesidades es de esperar pues “sería muy difícil purgar en un día tal abismo de superstición como el que hay en el papado”, escribe Calvino. ¿Cuáles son entonces estos errores y supersticiones restantes?

Calvino comienza señalando a Eduardo los ejemplos de Ezequías y Josías: la manera en que ellos derribaron los lugares altos en Israel. La idolatría debe ser desarraigada. Sin embargo, algunos monumentos que quedan de ella permanecen en Inglaterra. Pero antes de hablar de ellos directamente, Calvino dice que algunas “cosas indiferentes” pueden tolerarse. Aun así, a pesar de que puedan ser tolerados (por razón de la adiáfora), deben existir principios reguladores. Las ceremonias deben ser sencillas y ordenadas, sin oscurecer la luz del evangelio, para que “el conjunto sirva y sea adecuado para la edificación de la Iglesia”.

Yendo más allá de las “ceremonias indiferentes”, Calvino se centra en los “abusos manifiestos”, que nunca deben “soportarse”. Estos son “orar por las almas de los difuntos, poner delante de Dios la intercesión de los santos en nuestras oraciones y unirlos a Dios en la invocación”. Este es el principal error restante del que Calvino tiene noticia en la Iglesia de Inglaterra, y anima al rey Eduardo a “ocuparse de ese asunto, para que todo vuelva a un estado sano y saludable”.

Tras exponer este gran error en el culto, Calvino señala también un problema de orden: “los pobres rebaños” están “desprovistos de pastores”. Por culpa de la “ignorancia y la barbarie” que durante tanto tiempo produjo “este maldito papismo”, el clero inglés carece en gran medida de educación y es incapaz de cumplir con sus deberes pastorales. Para remediarlo, Calvino anima al rey a financiar mejor las universidades. Esta promoción calvinista de la educación era una característica del programa protestante más amplio. Calvino quiere mejores escuelas con mejores profesores, y también quiere que se apoye especialmente a los estudiantes que muestren más potencial para convertirse en pastores reformados. Este es exactamente el mismo discurso que Calvino refirió a Somerset más tarde en el mismo año.

Luego, de forma algo intrigante, Calvino da su opinión sobre las “iglesias extranjeras” en Inglaterra. Estas eran iglesias formadas por exiliados europeos a los que se les había dado permiso para celebrar sus servicios en sus propias lenguas y según sus propias órdenes. En esencia, eran iglesias “luteranas” y “reformadas continentales”, pero dentro del campo temporal de Inglaterra. Calvino alaba a Eduardo por permitir a estas iglesias tal libertad. Es algo bueno. Pero también aconseja que la libertad no se extienda al descuido:

En lo que respecta al uso de los sacramentos y al orden espiritual, espero que el permiso que has tenido a bien conferirles dé sus frutos. Sin embargo, rey, no puedo dejar de suplicarte una vez más, sintiendo tan profundamente cuán necesario es, no solo que asegures el descanso y el contentamiento de los piadosos que desean servir a Dios y vivir pacíficamente en obediencia a ti, sino también que refrenes a los vagabundos y disolutos si estos se llegan a retirar en tu reino.

Calvino es consciente de la posibilidad de que las iglesias forasteras se conviertan en focos de desorden e incluso de rebelión. Advierte contra esto y pide al rey que vigile cuidadosamente a qué tipo de personas se permite entrar en Inglaterra bajo esta apariencia. Quiere que estas iglesias tengan la libertad de rendir culto según sus propias liturgias, pero no quiere que esto cree disturbios civiles.

Relaciones con Cranmer

Calvino tuvo una tercera serie de correspondencias con el arzobispo Thomas Cranmer. Él escribe a Cranmer dos veces en 1552, una para hablar de un concilio general entre los protestantes y otra para discutir nuevas reformas en Inglaterra. De las dos, la segunda es más valiosa para nuestros propósitos, pero ambas son importantes y ambas muestran aprecio y crítica.

La primera carta es cortés, pero evasiva. Cranmer llevaba años intentando reunir un concilio ecuménico panprotestante. Sugerido por primera vez por Philip Melanchthon en 1548, Cranmer tomó la bauta e invitó a varios teólogos protestantes a Inglaterra para un homólogo protestante del Concilio de Trento. Algunos de los invitados fueron Melancthon, Bucero, Bullinger, Jan Laski y Juan Calvino. 1Ver la discusión al respecto en Thomas Cranmer de MacCulloch, páginas 394, 478-479, 518-519; según MacCullough, fue Laski quien acabó causando más daño que ayuda a este respecto.Desgraciadamente, este plan nunca se materializó. Calvino declina cuidadosamente la invitación en su carta. Afirma la bondad del objetivo, e incluso la idoneidad de Cranmer para presidirlo. Dice: “Ilustrísimo arzobispo, ¿es necesario que, en proporción a la distinguida posición que ocupas, dirijas tu atención como lo estás haciendo hacia este objeto? No lo digo para instarte a mayores esfuerzos, ya que no solo te adelantas, por voluntad propia, a los demás, sino que también, como alentador voluntario, les apremias; lo digo para que, con mis felicitaciones, te veas fortalecido en una empresa tan auspiciosa y noble”. Sin embargo, Calvino sugiere que no debería asistir, ya que hay mejores candidatos. Ofrece a Melanchthon y Bullinger como opciones superiores, aunque parece saber que ninguno de los dos asistirá. “¡Ojalá fuera tan capaz como mi disposición a esforzarme!”, dice Calvino.

Calvino no da una razón clara de su reticencia. MacCulloch sugiere simplemente que “no era el momento adecuado para un Concilio General”. 2Página 518.La situación política más amplia de Europa probablemente desempeñó algún papel, pero más probable fue la creciente hostilidad entre luteranos y reformados sobre la doctrina de la eucaristía, además del floreciente desacuerdo sobre la política entre la mayoría de los dirigentes de la Iglesia de Inglaterra y hombres como Laski y Knox. Calvino deseaba la unidad protestante tanto como Cranmer, pero intuía que un concilio en 1552 sería una situación que serviría como combustible para futuras disputas.

La segunda carta de Calvino a Cranmer se centra de nuevo en la necesidad de continuar la reforma en Inglaterra y se hace eco de las preocupaciones que antes ya había planteado a Somerset y al rey Eduardo. Calvino menciona el deseo anterior de un concilio, pero dice que es improbable que se logre. Dice que, en ese caso, sería mejor que Cranmer siguiera adelante con la reforma nacional. Calvino insta a Cranmer a crear una “Constitución religiosa” unificada para Inglaterra. Lo más probable es que esto sea una referencia al plan que Cranmer tenía de publicar un nuevo cuerpo de derecho canónico. Este plan que nunca fructificó, como tampoco lo hicieron los Artículos de religión, aunque al final los publicaron (en lo que hoy se llama Los treinta y nueve artículos). Los cuarenta y dos artículos se redactaron a lo largo de 1552, el año en que Calvino escribió esta carta, y se publicaron en 1553.

Calvino tiene claro que Cranmer ocupa un papel singular en este proceso:

La autoridad suprema está investida en ti, una autoridad a la que tu alto rango te da derecho, no más que la opinión previamente mantenida respecto a tu sabiduría e integridad. Los ojos de muchos están fijos en ti, bien para secundar tus esfuerzos, bien para imitar tu tibieza.

En otras palabras, es hora de dar un paso al frente.

Calvino presiona a Cranmer de un modo sorprendentemente directo, sugiriendo que Cranmer ha sido, en efecto, demasiado tímido y tibio:

Pero para hablar con libertad, mucho me temo —y este temor es permanente— que pasarán tantos otoños procrastinando, tantos que tarde o temprano se instalará el frío de un invierno perpetuo. Eres ahora algo avanzado en años, y esto debería estimularte a mayores esfuerzos que te ahorren el remordimiento de haber dilatado conscientemente el problema y que te hayan impedido abandonar el mundo mientras los asuntos permanezcan en tan desordenadas condiciones. Digo que las cosas permanecen en un estado desordenado, porque los abusos religiosos externos han sido corregidos de tal manera que han quedado innumerables brotes jóvenes, los cuales siguen brotando constantemente.

De hecho, a Calvino le preocupa que ciertas “corrupciones papales” se hayan permitido tanto que perduren hasta el punto de que “el culto puro a Dios” pueda extinguirse. Calvino también afirma que “la vida de todo el orden eclesiástico está casi extinta, o al menos no es lo suficientemente vigorosa”. Se trata de un lenguaje diferente al de cartas anteriores y podría explicar su reticencia a acudir a un concilio. Inglaterra necesita limpiar su propia casa.

Pero, de nuevo, ¿cuáles son estos problemas? Calvino no enumera algunos de los que podríamos esperar hoy en día. Repite una de sus quejas habituales. Las parroquias carecen de pastores debidamente formados. De hecho, las becas son entregadas a “glotones ociosos… que cantan vísperas en una lengua desconocida”. Calvino considera que esto es una “burla” y que es “abiertamente incompatible” con el orden y la política adecuados. Este dinero debe redirigirse inmediatamente a pastores que prediquen y enseñen hábilmente las Escrituras. Calvino recomienda que Cranmer consulte con Pedro Mártir Vermigli sobre cómo empezar a resolver este problema. (Quizá Pedro Mártir Vermigli merezca una nueva cátedra universitaria o un estipendio…). Después de todo esto, Calvino termina con su discurso. Este podría considerarse un final abrupto que sugiere que esta carta fue escrita en el contexto de una conversación más amplia con muchos puntos no declarados, pero comprendidos.

Reflexiones finales (de nuevo, por ahora)

¿Qué podemos sacar de estas tres series de correspondencias? Ciertamente, vemos una relación a varios niveles entre Calvino y los líderes ingleses. Existe un claro vínculo de unidad e incluso de parentesco. No hay ningún indicio de que Calvino esté escribiendo a oponentes teológicos. Al contrario, reconoce que estos hombres son algunos de los aliados más valiosos de toda la cristiandad. Calvino quiere verlos triunfar y los felicita por asegurar el verdadero evangelio. Quiere que utilicen su poder para seguir defendiendo el evangelio y realizar ciertas reformas que lo salvaguarden.

Pero Calvino también tiene críticas. Está descontento sobre todo con las oraciones a los santos. Esto era algo que tal vez podía tolerarse durante una corta temporada al comienzo de la reforma, pero de ninguna manera puede permitirse su continuidad. Calvino desea con ansias ver pastores competentes en cada parroquia inglesa. No quiere que el dinero real o los ingresos procedentes de los impuestos vayan a parar a hombres que simplemente ocuparán una posición de pajes. No debe haber ni monjes holgazanes ni cantores latinos. En su lugar, la Iglesia de Inglaterra necesita verdaderos pastores, hombres debidamente formados en las Escrituras para que puedan predicar y enseñar a los laicos. Calvino quiere que las universidades de Inglaterra se centren especialmente en este objetivo, y cree que hombres como Pedro Mártir Vermigli están bien situados para conseguirlo. Por último, Calvino quiere ver una mayor estabilidad en la doctrina y el orden de la Iglesia de Inglaterra. Quiere que Cranmer redacte una Confesión y una Constitución para que las iglesias no sean arrastradas de nuevo al papismo, sino que se les permita echar raíces y reformar plenamente la nación inglesa.

Es interesante considerar las críticas de Calvino. Es claro que pensaba que la situación de la Iglesia en Inglaterra había estado marcada por, al menos, poco compromiso. En efecto, a veces estuvo marcada por demasiado compromiso. Pero cuando Calvino menciona preocupaciones particulares, estas no son las que ahora consideramos esenciales de un sistema “anglicano”, y ciertamente no representan el acuerdo de 1662. De hecho, cada una de las preocupaciones de Calvino fue abordada. Cranmer eliminó las oraciones a los santos. También introdujo a maestros calificados; y el clero inglés ascendería de ser un grupo analfabeto y vagabundo a ser el stupor mundi 3Es decir, a ser la joya (el asombro) del mundo.. Cranmer no pudo llevar a cabo su visión de la reforma del derecho canónico, aunque una versión más modesta fue aprobada bajo el reinado del rey Jacobo en 1604. Sin embargo, sí pudo aprobar los Artículos de religión que, con algunas modificaciones menores, se convirtieron en una Confesión de fe duradera. Y en cuanto a los cantos en latín en el servicio, también fueron eliminados y de hecho están condenados por varios de los artículos, concretamente el artículo 24 y la homilía titulada “That Common Prayers and Sacraments Ought to be Ministered in a Known Tongue” [“Las oraciones comunes y los sacramentos deben ser ministrados en una lengua conocida”], la cual aparece en el artículo 35.

En una futura entrega, retomaré el comentario de Calvino sobre la controversia asociada con las iglesias de Frankfort, una controversia que resultaría extremadamente significativa para los debates sobre los ornamentos y las ceremonias litúrgicas.


Este artículo 4Este artículo hace parte de una serie de tres partes. Puede leer la primera aquí, la segunda aquí y la tercera aquí.fue publicado originalmente en Ad Fontes Journal y ha sido traducido con el permiso del Pastor Steven Wedgeworth. Puede escuchar sus sermones aquí. Ad Fontes Journal es una publicación de The Davenant Institute, una insitución que busca recuperar la riqueza del protestantismo clásico para renovar y edificar la Iglesia contemporánea.5Los links que redirigen al lector a otros artículos de este sitio web no hacen parte del artículo original.

  • 1
    Ver la discusión al respecto en Thomas Cranmer de MacCulloch, páginas 394, 478-479, 518-519; según MacCullough, fue Laski quien acabó causando más daño que ayuda a este respecto.
  • 2
    Página 518.
  • 3
    Es decir, a ser la joya (el asombro) del mundo.
  • 4
    Este artículo hace parte de una serie de tres partes. Puede leer la primera aquí, la segunda aquí y la tercera aquí.
  • 5
    Los links que redirigen al lector a otros artículos de este sitio web no hacen parte del artículo original.

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