Este artículo hace parte de una serie sobre la justificación que consta de seis partes en el siguiente orden:
1. ¿Justificación por la Sola Precisión?
2. El acto y el hábito de fe en relación con la unión con Cristo
3. ¿Podemos perder nuestra justificación?
4. Reformados vs arminianos sobre la justificación
5. ¿Una o dos justificaciones?
«Y sin duda es una buena obra el eliminar todas las ocasiones innecesarias de debate y diferencias en la religión, siempre y cuando no vayamos tan lejos como para dejar fuera ninguno de sus aspectos vitales».
John Owen
En el pasado he discutido cómo los teólogos reformados han estado históricamente en desacuerdo con los remonstrantes (arminianos) sobre la justificación por la sola fe. También he hablado de cómo los reformados han insistido en que las buenas obras son el camino hacia la vida (la salvación final o el «cielo») (véase CMW 32, «y como el camino que les ha señalado para la salvación»). De este modo, los teólogos reformados de Westminster buscaban claramente distanciarse del lenguaje del teólogo antinomiano Tobias Crisp.
Crisp hizo énfasis en que «ellas [es decir, las buenas obras] no son el camino al cielo». Se refería a la postura reformada como una «presunción recibida entre muchas personas», la cual es «que nuestra obediencia es el camino al cielo».
No podemos negar que es bastante difícil hablar de una manera que evite varios errores a la vez. Aquellos que son rápidos en criticar necesitan darse cuenta de que evitar [estar entre] «escila y caribdis» (arminianismo / papismo, y antinomianismo) no es tan fácil como podríamos pensar. Como dijo una vez Joseph Hart:
El celo farasaico y la seguridad antinomiana son los dos engranajes de Satanás, con los cuales muele a la iglesia en todas las épocas, como entre la piedra de molino superior e [inferior]. El espacio entre ellos es mucho más estrecho y difícil de encontrar de lo que la mayoría de los hombres imaginan. Es un camino que el ojo del buitre no ha visto; y nadie puede mostrarlo a nosotros sino el Espíritu Santo.
Las declaraciones confesionales tenían que tener en cuenta no solamente un error sobre la justificación o la santificación, sino múltiples errores.
La doctrina romana de la doble justificación es falsa
Contra Roma, los teólogos reformados estaban decididos a afirmar que la doctrina romana de la doble justificación era falsa. La primera justificación, de acuerdo con Roma, es la infusión de la gracia a través del bautismo, que efectúa la gracia automáticamente ex opere operato, por medio de la cual se extingue el pecado original y se expulsan los hábitos de pecado. La segunda justificación es la causa formal de sus buenas obras. Como señala John Owen:
Pablo, dicen, trata de la primera justificación solamente, por lo que excluye todas las obras […] pero Santiago trata de la segunda justificación; que es mediante las buenas obras […] La santificación se convierte en una justificación […] Toda la naturaleza de la justificación evangélica, que consiste en el perdón gratuito del pecado y la imputación de la justicia […] es completamente anulada por ello.
En otro lugar, Owen argumenta que la distinción de dos justificaciones, tal como la defiende y articula la iglesia romana, nos deja sin justificación alguna. ¿Por qué es esto así?
Según Owen, solo existen dos maneras por las que un hombre puede ser justificado. La primera justificación es «por las obras de la ley», en la que los pecadores deben cumplir todos los términos de la ley, como Cristo, y la segunda es «por gracia», en la que Cristo ha cumplido todos los términos de la ley en favor de los elegidos. La justificación es una obra de Dios «por gracia» que se completa una vez «en todas sus causas y en todo su efecto, aunque no en lo que respecta a la plena posesión de todo aquello a lo que da derecho y título».
Tenemos pleno derecho al cielo cuando creemos por primera vez
Lo que esto significa no es que alcancemos el cielo solo por la fe. Más bien significa que tenemos pleno derecho al cielo cuando creemos por primera vez. Como señala Thomas Goodwin:
Las obras de una nueva obediencia son requeridas como necesarias para la posesión de la salvación, pero la fe es lo único que nos pone en condición de tener título y derecho a ella, por la sangre y la justicia de Cristo.
Él, como casi todos los demás teólogos reformados del período, sabe distinguir entre el derecho al cielo y el modo en que poseemos el cielo. Del mismo modo, Richard Sibbes:
Debe haber alguna gracia entre la fe y la posesión del cielo. Se me asegura la posesión del cielo en mi primera conversión; pero no se me confiere. Es diferida.
En otras palabras, un hombre es plenamente declarado justo tan pronto como pone su fe en Cristo. La justificación es un acto que no puede revocarse. Sin embargo, todos los beneficios de la justificación, como el cielo, por ejemplo, son una posesión futura, incluso si ahora poseemos el derecho al cielo. Además, al creer, los cristianos se convierten en hijos de Dios y tienen derecho a todos los beneficios de su mediación, lo que hace que cualquier otra justificación sea innecesaria. Mediante la fe en Cristo, los pecados del pueblo de Dios son perdonados para que nadie pueda acusar a los elegidos de Dios, pues «el que cree tiene vida eterna» (Jn. 3:36). Si la justificación no es completa de una vez y necesita una segunda justificación, «ningún hombre puede ser justificado en este mundo». Esta última frase es crucial. Hay una justificación, no dos justificaciones. ¿Por qué?
Owen lo indica así:
Porque no se puede asignar un tiempo, ni delimitar una medida de obediencia, por la cual se pueda suponer que alguien llega a ser justificado ante Dios, que no lo haya sido al creer por primera vez; porque la Escritura no asigna en ninguna parte tal tiempo o medida. Y decir que ningún hombre está completamente justificado a los ojos de Dios en esta vida, es de una vez echar por tierra todo lo que se enseña en las Escrituras acerca de la justificación, y con ello toda la paz con Dios y consuelo de los creyentes. Pero un hombre absuelto en su juicio legal es inmediatamente exonerado de todo lo que la ley tiene contra él.
Por estas razones, Owen rechaza la doctrina romana de una doble justificación. Y, además, así debería hacerlo cualquier buen creyente reformado. La idea de que las buenas obras son una causa instrumental de la justificación es totalmente grotesca.
Pero, ¿qué hay acerca del juicio según las obras y cómo se relaciona con nuestra justificación? Esta es una pregunta que espero abordar en el futuro, en vista de que algunos teólogos reformados actuales parecen mostrarse innecesariamente cautelosos respecto a un juicio según las obras.
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Este artículo ha sido traducido con permiso y fue publicado originalmente por el Dr. Mark Jones. Le invitamos a conocer sus libros aquí. 1Los enlaces que redirigen a este sitio web no son parte del artículo original al igual que los subtítulos que se ingresan para facilitar la lectura.
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