Como joven converso de la incredulidad al cristianismo evangélico, a mediados de la década de 1970, Francis Schaeffer (1912-84) fue uno de los varios escritores evangélicos que me lanzaron un salvavidas intelectual. De él aprendí que mi mente era importante para mi fe, que los cristianos podían relacionarse con la cultura de manera reflexiva (y no meramente reaccionaria). Sin embargo, algunos aspectos de su pasado fundamentalista permanecieron con él. Además, fue estudiante, brevemente, de Cornelius Van Til (1885-1987) y estuvo influenciado por su casi implacable hostilidad hacia Tomás (ca. 1224–1274).
Así, cuando comencé a descubrir la confesionalidad reformada en 1980-81, a través de Schaeffer y Van Til, absorbí un prejuicio bastante fuerte contra Tomás, a quien nunca había leído por mí mismo. Lo conocía solo como el teólogo católico romano por excelencia. Por Van Til, sabía de Tomás solo como “el gran maestro de la escolástica”, e inferí que “escolástica” era un código para racionalismo, es decir, otorgar a la razón la posición de maestra (magister) en lugar de sierva (ancilla).1Cornelius Van Til, Apologtics, 52 Tenía la impresión de que Tomás había sido asaltado por Aristóteles.2 E.g., Cornelius Van Til, A Survey of Christian Epistemology, 56. De hecho, se me hizo pensar que Tomás era la fuente de mucho de lo que aquejaba al cristianismo. En una pirueta argumentativa3La expresión usada originalmente es: tour de force, Van Til salta de Aristóteles, a Aquino, a Immanuel Kant (1724-1804).4 Cornelius Van Til, Christian Theistic Evidences, 35. Las dos cosas principales que realmente saqué de mis breves primeros encuentros con Tomás (mea culpa) fueron que buscaba demostrar la existencia de Dios en las “cinco vías” (ST, 1a.2, art. 3) y que enseñaba un “dualismo naturaleza-gracia”.
Sin embargo, cuando comencé a leer a los escritores ortodoxos reformados por mí mismo, me sorprendió ver cuán favorables eran hacia Tomás. Esto me planteó una elección: la visión neocalvinista de nuestras relaciones con Tomás (y otros) o el enfoque reformado clásico sobre Tomás. Finalmente, después de leer a Tomás con mayor profundidad por mí mismo, elegí lo último.
El primer escritor que comenzó a desafiar mis suposiciones sobre Tomás fue Girolamo Zanchi (1516–1590). A los 15 años ingresó al monasterio agustino en Bérgamo, tras la muerte de sus padres.5Este breve esbozo sigue a Girolamo Zanchi, De religione christiana fides—Confession of the Christian Religion, ed., Luca Baschera y Christian Moser (Leiden: Brill, 2007), 1–13. Una década después lo encontramos en Lucca, estudiando con Pedro Mártir Vermigli (1499–1562), quien se había convertido o estaba convirtiéndose en “evangélico” (un protestante magisterial) y reformado en su teología. Bajo la protección del cardenal Gasparo Contarini (1483–1542), Vermigli dirigía lo que efectivamente era un seminario reformado clandestino bajo la nariz del papado. En Lucca, Zanchi estaba leyendo a Bucero, Calvino, Musculus, entre otros, pero antes de leerlos, había leído a Tomás.
Patrick O’Banion escribe:
Alrededor de 1536 se fue a continuar su educación, probablemente a Padua, que contaba con una universidad renombrada. Durante los siguientes cinco años o más estudió ‘Aristóteles, lenguas y teología escolástica’, especialmente a Tomás de Aquino, quien se convirtió en una influencia importante.6 Girolamo Zanchi, The Spiritual Marriage Between Christ and His Chuirch and Everyone of the Faithful, trans. Patrick O’Banion (Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2021), xvi.
Con la muerte de Contarini, Vermigli tuvo que huir a Estrasburgo. Bajo el sucesor de Vermigli (Celso Martinengo, 1515-57), Zanchi pudo quedarse en Lucca por otros dos años antes de unirse a la diáspora italiana. Se fue a Chiavenna y luego a Berna, Ginebra, Lausana y luego a Estrasburgo, donde sucedió a su amigo y maestro Vermigli. Pasaría una tumultuosa década en Estrasburgo antes de regresar a Chiavenna por tres años y luego a Heidelberg (1568–1577), donde sucedió a Zacharias Ursinus (1534–1583) en la facultad de teología. Tras la muerte de Federico III, los reformados fueron expulsados de Heidelberg, y Zanchi se fue con Ursinus y el hijo menor de Federico, Johan Casimir (1543–1592), a Neustadt.
En Lucca, Zanchi leyó a Bucero, Calvino, Musculus (entre otros), pero antes de leerlos, había leído a Tomás. La evidencia de la influencia de Tomás en Zanchi es bastante obvia y abundante. Como indicó J. P. Donnelly en 1976, parece que mientras estaba en Heidelberg, Zanchi se propuso escribir una versión protestante de la Summa Theologica.7Zanchi, De religione, n. 66, p.11.
Sin embargo, no es sorprendente que cuando Zanchi tuvo que elegir entre Tomás y sus compromisos reformados y protestantes, eligiera a los protestantes. Por ejemplo, “la afirmación de Zanchi de que Dios puede operar contra ordinaria media entra en conflicto con la enseñanza tomista sobre la providencia”, dicen Baschera y Moser.8Ibid., 157, n.68. La edición moderna de De religione está llena de referencias a pie de página a Tomás. Stefan Lindholm argumenta que:
Zanchi tenía a Aquino en mayor estima que a otros escolásticos, a veces llamándolo el más puro entre ellos.9Stefan Lindholm, “Jerome’s Zanchi’s Use of Thomas Aquinas,” en Manfred Svensson y David Van Drunen, ed. Aquinas Among the Protestants (John Wiley & Sons, Hoboken, NJ, 2018), 76.
De hecho, vemos los compromisos reformados de Zanchi (distintos de su deuda con Tomás) desde el principio en De religione (1.5–6), donde adopta una postura distintivamente reformada sobre la sola scriptura.10Ver también Richard A. Muller, Post-Reformation Reformed Dogmatics: The Rise and Development of Reformed Orthodoxy; Volume 1: Prolegomena to Theology, 2nd ed. (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2003), 111. Tenía una visión reformada elevada de la presencia espiritual de Cristo en la Cena (De religione, 16.16), a diferencia de la visión de Tomás sobre la Cena. No obstante, en cuanto a la elección y la reprobación, por ejemplo, sonaba muy similar a Tomás.
Ahora sabemos que la tesis de Otto Gründler (1961) estaba equivocada, ya que confundía método con metafísica.11R. Scott Clark, “Early Reformed Orthodoxy: Caspar Olevian y Antoine de La Faye,” en Carl R. Trueman y R. Scott Clark, ed., Protestant Scholasticism: Essays in Reassessment (Carlisle, UK: Paternoster Press, 116-17). La cuestión nunca fue si Zanchi fue influenciado por Tomás, sino cómo apropiaba a Tomás en su proyecto de articular la teología, piedad y práctica reformadas. Su formación en Tomás le dio herramientas para enfrentar los desafíos emergentes de la contrarreforma contra la ortodoxia reformada y, por lo tanto, estableció un patrón para que los eruditos reformados siguieran en el siglo venidero.
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Este artículo fue publicado originalmente por el Dr. Scott Clark en el sitio web: Credo Magazine. Le invitamos a conocer los libros que ha escrito el Dr. Clark aquí.
- 1Cornelius Van Til, Apologtics, 52
- 2E.g., Cornelius Van Til, A Survey of Christian Epistemology, 56.
- 3La expresión usada originalmente es: tour de force
- 4Cornelius Van Til, Christian Theistic Evidences, 35.
- 5Este breve esbozo sigue a Girolamo Zanchi, De religione christiana fides—Confession of the Christian Religion, ed., Luca Baschera y Christian Moser (Leiden: Brill, 2007), 1–13.
- 6Girolamo Zanchi, The Spiritual Marriage Between Christ and His Chuirch and Everyone of the Faithful, trans. Patrick O’Banion (Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2021), xvi.
- 7Zanchi, De religione, n. 66, p.11.
- 8Ibid., 157, n.68.
- 9Stefan Lindholm, “Jerome’s Zanchi’s Use of Thomas Aquinas,” en Manfred Svensson y David Van Drunen, ed. Aquinas Among the Protestants (John Wiley & Sons, Hoboken, NJ, 2018), 76.
- 10Ver también Richard A. Muller, Post-Reformation Reformed Dogmatics: The Rise and Development of Reformed Orthodoxy; Volume 1: Prolegomena to Theology, 2nd ed. (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2003), 111.
- 11R. Scott Clark, “Early Reformed Orthodoxy: Caspar Olevian y Antoine de La Faye,” en Carl R. Trueman y R. Scott Clark, ed., Protestant Scholasticism: Essays in Reassessment (Carlisle, UK: Paternoster Press, 116-17).