Sí, la segunda persona de la trinidad murió, esto lo afirmamos. (Pero no todos nosotros).
Hace poco leí un argumento que sugería que no deberíamos decir que la segunda persona de la Trinidad murió porque eso sería hablar de una mutación dentro del mismo ser de Dios. Sostenía que «deberíamos retroceder horrorizados ante la idea de que Dios murió en la cruz». Y añadía:
La expiación fue hecha por la naturaleza humana de Cristo.
La distinción del lenguaje
En primer lugar, debemos tener presente la distinción entre el lenguaje referido a la esencia y el lenguaje referido a las personas, es decir, predicado esencial frente a predicado relativo. Podríamos decir, entonces, que en relación con sus personas, el Hijo y el Espíritu son a Patre (del Padre), pero en relación con su esencia son a se. De ahí que los teólogos reformados hayan utilizado ampliamente esta distinción para mantener una unidad de esencia, afirmando al mismo tiempo un orden relacional en cuanto a las tres personas.
Por consiguiente, el lenguaje referido a las personas explica por qué podemos decir que el Padre no murió en la cruz, pero el Hijo sí.
Si afirmamos, como debemos hacerlo, que Dios compró la Iglesia con su sangre (Hechos 20:281“Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con Su propia sangre”. Hechos 20:28), básicamente estamos diciendo que Dios compró la Iglesia con su muerte. ¿Por qué no se nos debería permitir decir (o cantar) lo que las Escrituras enseñan explícitamente? ¿Podría la declaración de Lucas haber estado abierta a malentendidos por parte de sus lectores? Por supuesto que sí. Pero Cristo mismo dijo todo tipo de cosas que podían prestarse a malentendidos (por ejemplo, Juan 6:53).
El misterio y la gloria del Evangelio exigen que digamos cosas que posiblemente puedan ser malinterpretadas (por ejemplo, sola fide y la respuesta católica romana a esa sagrada doctrina).
La comunicación de propiedades
A algunos les preocupa que esto implique que la deidad haya sufrido, por lo que se resisten a afirmar que el Hijo de Dios (la Segunda Persona) murió en la cruz. Pero, como dije más arriba, esto es erróneo y no concuerda con la cristología clásica.
Lo que hay que reconocer es la forma del lenguaje. Podemos decir que Dios murió a causa de la comunicación de propiedades, Confesión de Fe de Westminster 8:7
En la obra de mediación, Cristo actúa según ambas naturalezas, haciendo por medio de cada naturaleza lo que es propio de cada una. Sin embargo, en razón de la unidad de la persona, aquello que es propio de una naturaleza, algunas veces, en la Escritura se le atribuye a la Persona denominada por la otra naturaleza.2Confesión de Fe de Westminster 8:7
Hasta aquí todo va bien. Decir que la deidad sufrió en la cruz es incorrecto porque se habla sin una figura. Lo abstracto (es decir, la deidad) es la esencia divina, que no puede morir. Pero cuando hablamos de que el Hijo de Dios murió estamos hablando de lo concreto (el nombre de la persona, que es el Dios-hombre).
Tenemos que decir que murió la persona, no una naturaleza. La persona que murió en la cruz es Jesús, el Hijo de Dios.
Este punto de doctrina (es decir, la communicatio idiomatum) fue fuente de disputa entre los teólogos reformados y varios escritores católicos romanos, como Roberto Belarmino (1542-1621), quien sostenía que Cristo realizó sus actos de mediación únicamente como hombre. En respuesta, los teólogos reformados argumentaron que si la mediación de Cristo se limitaba a su naturaleza humana, entonces algún otro ser humano podría haber mediado con igual eficacia antes y después de la encarnación. Al anclar las naturalezas de Cristo en la unidad de su persona, los teólogos reformados se negaron a hablar de la obra mediadora de Cristo como la simple obra de un ser humano. No: la obra mediadora de Cristo fue la obra del Hijo de Dios, que murió en la cruz.
Así que no podemos decir que «la expiación fue hecha por la naturaleza humana de Cristo». Este es un error católico romano. Las naturalezas no hacen nada en lo abstracto. Lo que nos concierne es lo concreto en todos los actos de mediación de Cristo: el Hijo hizo esto o el Hijo hizo aquello. La expiación tenía que ser hecha por la persona porque era necesario que dicha expiación tuviera un valor infinito.
¿Podemos cantar, entonces, «Maravilloso es el gran amor» (especialmente las palabras: «¿Cómo puede ser que tú, Dios mío, mueras por mí?»)?
Por supuesto. Lo cantamos pensando en lo concreto, en el Hijo de Dios que nos amó y murió por nosotros, como dice Gálatas 2:20:
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.3Gálatas 2:20
«Aquel que fijó los cielos en su lugar ha sido también fijado en su lugar.
El que puso los cimientos del universo ha sido puesto en un madero.
El Maestro ha sido profanado.
Dios ha sido asesinado».
(Melito de Sardis)
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Este artículo ha sido traducido con permiso y fue publicado originalmente por el Dr. Mark Jones. Le invitamos a conocer sus libros aquí. 4Los enlaces que redirigen a este sitio web no son parte del artículo original al igual que los subtítulos que se ingresan para facilitar la lectura. En esta ocasión, extendimos las citas en el artículo para facilitar la lectura.5Nota del editor: este artículo citaba el argumento de un predicador muy conocido, se omitió esa sección para evitar contiendas innecesarias en las redes sociales.
- 1“Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con Su propia sangre”. Hechos 20:28
- 2Confesión de Fe de Westminster 8:7
- 3Gálatas 2:20
- 4Los enlaces que redirigen a este sitio web no son parte del artículo original al igual que los subtítulos que se ingresan para facilitar la lectura. En esta ocasión, extendimos las citas en el artículo para facilitar la lectura.
- 5Nota del editor: este artículo citaba el argumento de un predicador muy conocido, se omitió esa sección para evitar contiendas innecesarias en las redes sociales.