De vez en cuando, los reformadores protestantes, especialmente los calvinistas, consideraron necesario distinguir claramente las formas en que las dos naturalezas de Cristo operan en Su obra de redención, incluso explicando qué aspectos de la obra fueron llevados a cabo propiamente por la naturaleza divina de Cristo, cuáles fueron llevados a cabo por Su naturaleza humana, y cuáles implicaron algún obrar simultáneo de ambas. Los lectores modernos, habitualmente intimidados cuando se trata de tal precisión sistemática, se alarman por ello. Pero esta no era una nueva forma de hacer teología en la época de la Reforma. De hecho, algunas de las distinciones más aterradoras están presentes en el siglo IV. Para mostrar esto, tomaremos un ejemplo de San Agustín.
Agustín vivió antes del Concilio de Calcedonia, pero pudo anticipar gran parte de su formulación. En un pasaje de la Ciudad de Dios, ofrece lo que con justicia podría llamarse una lectura calcedoniana del sacrificio de Cristo y, al hacerlo, anticipa también el rigor de los reformadores protestantes que vendrían muchos siglos después:
Por eso el verdadero Mediador, que al tomar la forma de esclavo fue hecho Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, bajo la forma de Dios, acepta el sacrificio con el Padre, con el cual es un solo Dios; pero bajo la forma de esclavo prefirió ser sacrificio a aceptarlo, a fin de que nadie tomara ocasión de esto para sacrificar a cualquier criatura. Por eso Él es el sacerdote, Él es quien ofrece y es también la oblación.
De esta realidad quiso que fuera sacramento cotidiano el sacrificio de la Iglesia, que, siendo cuerpo de la misma cabeza, aprendió a ofrecerse a sí misma por medio de Él. Signos variados y múltiples de este verdadero sacrificio eran los antiguos sacrificios de los santos, siendo aquéllos figura de este único, como si por muchas palabras se expresara una sola cosa, a fin de ponderarlo mucho sin causar hastío. Con este uno y verdadero sacrificio desaparecieron todos los falsos sacrificios.1La Ciudad de Dios 10.20
Agustín explica claramente tanto la deidad como la humanidad de Jesucristo y cómo ambas obraron en su sacrificio de redención. Conviene hacer algunas observaciones:
Nótese que para Agustín, Jesucristo da el sacrificio y recibe el sacrificio. Él da el sacrificio en la «forma de esclavo». Recibe el sacrificio «con el Padre». Esto nos recuerda la famosa línea de Un banquete Tan Triunfal (At the Lamb’s High Feast We Sing): Cristo la víctima, Cristo el sacerdote. De hecho, el propio Agustín dice exactamente esto: «Él es el sacerdote, Él es quien ofrece y es también la oblación».
Pero obsérvese el hecho de que Cristo recibe el sacrificio como Dios y no lo recibe «en la forma de esclavo». ¿Por qué siente Agustín la necesidad de hacer esta distinción? Porque Cristo no deseaba que nadie «tomara ocasión de esto para sacrificar a cualquier criatura». ¿Cuál es la «criatura» en cuestión? Es la humanidad de Cristo, la naturaleza creada que suministró la «forma de esclavo». Así pues, el Hombre-Dios ofrece el sacrificio a Dios. O, si se quiere, el Cristo teantrópico ofrece el sacrificio a la Trinidad. En ningún caso –ni siquiera en el verdadero sacrificio de la Cruz– se ofrece el culto a una criatura.
Por si esto no fuera lo suficientemente intrigante, Agustín añade unas cuantas afirmaciones sobre el modo en que este sacrificio es ahora «ofrecido» por la Iglesia. Es difícil no relacionar el sacramento de la Eucaristía con esta explicación, aunque debemos ser cuidadosos. Agustín en realidad no extiende esto a la Eucaristía, al menos no aquí. En su lugar, simplemente menciona «el sacrificio de la Iglesia, que, siendo cuerpo de la misma cabeza, aprendió a ofrecerse a sí misma por medio de Él». Esto puede incluir la Eucaristía, pero en esta sección Agustín está destacando específicamente el modo en que una criatura se ofrece a Dios. Esto es análogo al modo en que Cristo ofreció su sacrificio encarnado a la Divinidad. Así, el «verdadero sacrificio» es la obra en la cruz, y el sacrificio de la Iglesia es un «sacramento2El autor utiliza aquí la palabra signo que es la que usa la traducción al inglés del texto de Agustín. Nosotros traducimos como sacramento siguiendo la traducción al español publicada por la Biblioteca de Autores Cristianos del mismo texto. cotidiano» de ese sacrificio.
Este artículo ha sido traducido con el permiso del Pastor Steven Wedgeworth y fue publicado originalmente en el blog:The Calvinist International. Puede escuchar sus sermones aquí.
- 1La Ciudad de Dios 10.20
- 2El autor utiliza aquí la palabra signo que es la que usa la traducción al inglés del texto de Agustín. Nosotros traducimos como sacramento siguiendo la traducción al español publicada por la Biblioteca de Autores Cristianos del mismo texto.