Catolicismo Reformado

Pedro Mártir Vermigli (1499-1562) fue un reformador italiano y uno de los teólogos más respetados de su generación. Compuso su comentario1Los comentarios bíblicos de Martyr avanzan pasaje por pasaje, pero él intercala el comentario propiamente dicho con Loci Communes o excursus que ofrecen un tratamiento más sistemático de los problemas teológicos, éticos, filosóficos o sociales sugeridos por el texto bíblico. El número y la extensión de los Loci Communes varían enormemente. Los que tratan sobre la justificación y la predestinación en el comentario a Romanos podrían casi considerarse como libros breves. El comentario es una revisión de las conferencias que Vermigli dictó en Oxford entre 1550 y 1552. John Patrick Donnelly y Robert M. Kingdon, A Bibliography of the Works of Peter Martyr Vermigli. a la Epístola a los Romanos  como parte de su labor docente en Oxford2Las citas son traducidas de la versión digitalizada por la Universidad de Michigan en inglés y cotejada con la versión latina impresa en Heidelberg en 1612.. Su exposición de Romanos 1:18-21 representa uno de los tratamientos más sofisticados del siglo XVI sobre la cuestión del conocimiento natural de Dios.

En este artículo analizaremos muy brevemente algunos comentarios de Vermigli sobre el tema en cuestión.

Lo que se puede conocer de Dios a través de la creación

Vermigli comienza su análisis estableciendo una distinción fundamental sobre qué aspectos de Dios pueden conocerse a través del estudio de la naturaleza. Comentando el versículo 19, explica:

Porque lo que de Dios se puede conocer les es manifiesto… Esto se dice porque hay muchos misterios divinos a los cuales de ninguna manera podemos alcanzar naturalmente. Tales como que Dios quiera justificarnos gratuitamente, perdonar los pecados por Cristo crucificado, y restaurar nuestros cuerpos en la felicidad eterna. Estas cosas y otras semejantes la naturaleza no las enseña.

Establecido este límite negativo, Vermigli procede a definir el contenido positivo de esta revelación:

Y Pablo reduce todo lo que conocieron a dos puntos principales: a saber, el poder sempiterno de Dios y su divinidad. Pues por la composición misma de este mundo conocieron que Dios es poderosísimo; además, no pudo ocultárseles que tan gran poder, por la hermosura, forma y distinción de las cosas naturales, es gobernado con providencia y sabiduría singular. Y la utilidad y provecho de las cosas creadas les enseñó la majestad divina, que consiste principalmente en hacer bien a todos.

Aquí vemos la distinción fundamental entre revelación natural y especial. Ello da pie a una potente crítica de Vermigli al optimismo antropológico tanto del humanismo renacentista3En su sentido semipelagiano – pelagiano, no refiriéndonos al método. como de la baja edad media4Refiriéndonos al sector más distintivamente romanista.. Al establecer desde el principio los límites precisos del conocimiento natural, Vermigli prepara el terreno para su argumento devastador: que incluso aquello que sí puede conocerse naturalmente resulta fatalmente comprometido por la corrupción del pecado.

Ahora bien, para Vermigli, entre todas las cosas creadas, la naturaleza humana ocupa un lugar privilegiado como revelación de Dios; algo sorprendente, pues pocas veces se habla de ello. Al respecto, menciona que:

Pero entre otras cosas que máximamente nos muestran a Dios está nuestra propia naturaleza. Pues fuimos hechos a imagen y semejanza suya. Por lo cual lo reflejamos máximamente, y principalmente en cuanto al alma, donde resplandece la divina providencia del futuro, la justicia, la sabiduría y muchos otros hábitos nobilísimos…

¿Cuál es, entonces, el mecanismo de adquisición de este conocimiento? Aquí Vermigli muestra su familiaridad con los debates filosóficos antiguos y su preferencia por la teoría de las ideas innatas o pre-concepciones (prolepsis), alineándose con una tradición que va desde los estoicos hasta Cicerón, y que fue purificada o adoptada por la ortodoxia reformada5Richard Muller dice en su diccionario que “notiones communes: nociones comunes, concepciones comunes; el equivalente latino de κοιναὶ ἔννοιαι (koinai ennoiai) o, en algunos usos estoicos, προλήψεις (prolēpseis); específicamente, ideas básicas grabadas o implantadas en la mente humana que pertenecen por naturaleza a todas las personas, una teoría enraizada en la antigua filosofía estoica. Estas nociones comunes se asumían como universalmente verdaderas en la filosofía tradicional, ya fuera aristotélica o platónica, de la Edad Media y la era moderna temprana y, junto con la presunta fiabilidad de la percepción sensorial, proporcionaban un fundamento sólido para el aprendizaje y la argumentación. La asunción de nociones comunes consistentes en los principios (principia, véase) y las conclusiones rudimentarias de la ley natural (lex naturalis, véase) daba cuenta de las normas morales universales, como se indica teológicamente en la exégesis de Romanos 2:14-15 y como enseñaron los Reformadores y los escolásticos protestantes. La negación de las notiones communes y de la validez de la percepción sensorial por parte de las nuevas filosofías del siglo XVII, notablemente el cartesianismo y la filosofía Lock, así como por los teólogos remonstrantes posteriores, puso en cuestión toda la estructura y el lenguaje de la tradición, ya fuera filosófica o teológica. :

Porque Dios se lo manifestó. De aquí se deduce que toda verdad proviene de Dios, pues no nace de nosotros. Pero sobre cómo viene de Dios hay dos opiniones. Algunos dicen que esto es así porque Dios creó aquellas cosas mediante las cuales podemos percibir estas verdades. Otros, sin embargo (con quienes concuerdo más), [dicen] que Dios insertó en nuestras almas las anticipaciones e informaciones previas por las cuales somos impulsados a concebir cosas excelentes y admirables acerca de la naturaleza de Dios.

Es interesante que aquí Vermigli se decante por una posición; sin embargo, no anatematiza la otra.

Respecto a la calidad de ese conocimiento y quiénes lo pueden adquirir, Vermigli reconoce claramente (como Bucero6Bucero dice sobre esto que «el Apóstol tiene principalmente ante los ojos a los filósofos, a quienes sobrevino una cognición más amplia de Dios (si bien ésta sea, a la vez, común a todos los que tienen razón natural). Quiere Pablo mostrar que ninguna doctrina ni conocimiento, por sí, bastan para que alcancemos la justicia si falta la fe de Cristo; de modo que, si tanto se han desvanecido los filósofos —provistos de tan excelso saber— por carecer de fe, ¿qué podrá prometerse el vulgo sin la fe en Cristo?»,) que los filósofos alcanzaron un conocimiento más refinado de Dios que la gente «común»:

…Mientras los filósofos naturales las examinan cuidadosamente en cuanto a las propiedades y cualidades admirables de la naturaleza, son conducidos al conocimiento de Dios. Pues al comprender el orden de las causas y su relación con sus efectos; y percibiendo fácilmente que no se debía postular un progreso infinito, concluyeron que su razonamiento debía necesariamente llegar a alguna cosa primera que estuviera antes que todas las demás, y así concluyeron que Dios existe.

Sin embargo, Vermigli condena severamente a los filósofos por su fracaso moral al no compartir su conocimiento y, más aún, por oscurecerlo:

Los filósofos no predicaron al vulgo lo que conocieron de Dios. Lo cual sucedió, sin embargo, por culpa de ellos mismos. Pues debieron haber predicado al vulgo lo que habían conocido e inculcarlo al pueblo. Pero ellos de ninguna manera lo hicieron, como [sí lo hicieron] los Profetas y Apóstoles, sino que, ensoberbecidos en su ánimo, guardaban estas cosas entre sí; más aún, de cierto modo las ocultaban para que no fueran entendidas por todos.

La crítica de Vermigli a los filósofos revela una paradoja profunda que anticipa las críticas modernas al elitismo intelectual. Los mismos que alcanzaron las cimas del conocimiento natural de Dios se convirtieron en sus mayores traidores al monopolizar este conocimiento. Aquí Vermigli argumenta que el pecado no solo corrompe el contenido del conocimiento, sino también sus estructuras sociales de transmisión.

Conocimiento eficaz contra conocimiento frío

Esta constituye, quizá, la contribución teológica más importante de Vermigli a la cuestión. Haciendo uso de su formación filosófica, implementa una distinción fundamental sobre el conocimiento de Dios:

Finalmente, debe saberse que el conocimiento de Dios es de dos clases: uno eficaz, por el cual somos transformados, de modo que nos esforzamos por expresar en obras lo que conocemos y las Sagradas Escrituras conceden este conocimiento de Dios solo a los piadosos. El otro, por el contrario, es frío, por el cual en nada nos volvemos mejores, pues no mostramos con hechos que conocemos aquellas cosas que en verdad entendemos.

Vermigli utiliza esta distinción para explicar el mecanismo psicológico descrito por Pablo como «detener la verdad con injusticia». No es un olvido pasivo, sino un acto activo de represión moral. Las pasiones corruptas encarcelan el intelecto:

Los que detienen la verdad en injusticia… La verdad es detenida, en cierto modo cautiva, en aquellos que la entienden, pero no la expresan con obra y vida. Es vencida y constreñida por las cadenas de las malas concupiscencias, las cuales, al exhalar desde las partes inferiores de nuestra alma, oscurecen la mente y encierran en una cárcel tenebrosa la verdad conocida.

Vermigli despliega aquí su agudeza teológica al poner en contrapunto la revelación bíblica con la ética filosófica. Para explicar la contradicción interna del ser humano —que conoce el bien teóricamente pero ejecuta el mal en la práctica—, el reformador invoca la figura aristotélica del «incontinente». Sin embargo, lo hace para demostrar la superioridad de la Escritura sobre la especulación humana:

Pablo toca con dos palabras lo que Aristóteles en la Ética7Para ver un tratamiento sobre la Ética a Nicómaco por parte de los teólogos reformados puede leerse la gran obra de Manfred Svensson: The Aristotelian Tradition in Early Modern Protestantism: Sixteenth- and Seventeenth-Century Commentaries on the Ethics and the Politics, cuando disputa sobre el incontinente, desarrolla con muchas [palabras]. Pues pregunta cómo el incontinente se desvía hacia los vicios teniendo en su mente un juicio recto8También en su comentario a la Ética, Vermigli recurre sorprendentemente a Aristóteles para confirmar cómo debe funcionar el orden moral del mundo. Analizando el ejemplo del filósofo sobre cómo el arte de fabricar bridas sirve al arte ecuestre, y este a su vez a la estrategia militar, Vermigli encuentra un ‘acuerdo asombroso’ con la estructura de la Biblia. Observa que, al igual que en la jerarquía aristotélica, los deberes hacia el prójimo (Segunda Tabla de la Ley) carecen de sentido si no están dirigidos y subordinados al amor a Dios (Primera Tabla). Vermigli valida así que la razón pagana es capaz de observar correctamente que la vida no funciona si lo inferior no se subordina a lo superior, reconociendo una verdad fundamental del diseño de Dios. Véase, Vermigli, Peter Martyr. Commentary on Aristotle’s Nicomachean Ethics.

En este pasaje, Vermigli expone la falencia intrínseca de la filosofía. Aristóteles necesita un extenso aparato discursivo para apenas describir con cierto tino el fenómeno de la disonancia moral (tener un juicio recto pero actuar viciosamente). Pablo, en cambio, con la economía y profundidad verbal propias de la inspiración divina («detienen la verdad»), penetra la realidad espiritual del problema. Así, Vermigli establece que la filosofía puede llegar a diagnosticar la fractura entre el intelecto y la voluntad, pero es impotente para sanarla; describe la «cárcel tenebrosa» de la mente, pero no tiene la llave para abrirla.

La necesidad de las Escrituras

Vermigli se anticipa a la objeción: si la verdad es la misma (Dios existe, es poderoso), ¿por qué la fe salva y la razón natural condena? La respuesta no yace en el objeto (la verdad), sino en el medio o instrumento de aprehensión y en la condición del sujeto9Además de la insuficiencia de las verdades naturales en contraposición con las reveladas a través de la Escritura (Trinidad, salvación por la fe, etcétera).:

Quizá alguien puede preguntarse: ¿cómo sucede que la verdad que tenemos por la fe sea más fuerte para irrumpir en acto que la verdad percibida naturalmente? Ciertamente, esto no proviene de que una verdad por sí misma y tomada separadamente sea más fuerte que la otra. Tiene la misma naturaleza en ambos casos; pero la diferencia proviene del medio e instrumento por el cual es percibida.

La razón natural, operando en un ser caído, carece del milagro espiritual que ejecuta el Espíritu Santo a través de la fe para transformar el asentimiento intelectual en confianza y amor:

Las fuerzas de la naturaleza están corrompidas, son débiles y están viciadas por el pecado. Y por tanto, la verdad que aprehenden no tiene eficacia. Pero la fe tiene unida a sí la inspiración divina y la fuerza del Espíritu Santo. Por eso aprehende la verdad con gran fuerza.

Finalmente, Vermigli sintetiza el objetivo retórico y teológico del Apóstol Pablo. La función de la teología natural en Romanos 1 no es establecer una base sobre la cual construir la fe, sino demoler toda pretensión de autonomía humana, ya sea filosófica10Para ver cómo Vermigli usa a favor a Aristóteles o lo corrige, puede leerse su comentario a la Ética a Nicómaco. La versión de The Davenant Institute se llama: Commentary on Aristotle’s Nicomachean Ethics o legalista y, a su vez, mostrar la superioridad y necesidad de la revelación de Dios en las Escrituras y de Cristo como salvador:

Además, el propósito del Apóstol es apartarlos de la ley [de Moisés contra los judaizantes] y de la filosofía, cuyo oficio principal es enseñar. Por eso, habiendo mostrado que el conocimiento por sí mismo no fue suficiente para justificar, establece clarísimamente que ni de la filosofía ni de la ley puede esperarse esto.

Conclusión

El comentario de Pedro Mártir Vermigli constituye una síntesis magistral de erudición bíblica, patrística11En su comentario es común encontrar referencias a Agustín, Crisóstomo y otros padres y filosófica al servicio de la ortodoxia reformada. Su exégesis navega con precisión entre los extremos del fideísmo —que negaría cualquier punto de contacto en la razón natural— y del naciente racionalismo —que le otorgaría capacidad salvífica—.

Vermigli demuestra que el conocimiento natural de Dios es una realidad ineludible, garantizada tanto por la estructura teleológica del cosmos como por las prolepsis implantadas en la mente humana. El reformador no duda en reconocer que los filósofos paganos, como Platón y Aristóteles (entre muchos otros)12Aquí puede decirse que si bien ese conocimiento de algunas verdades es real en asuntos particulares, en su sistematización general es falso. Esa es una de las razones por las que la teología natural de los paganos es falsa. Su sistema es falaz e idolátrico., alcanzaron verdades genuinas sobre el poder eterno y la divinidad. Sin embargo, concluye que este conocimiento resulta fatalmente insuficiente por tres razones interrelacionadas:

  1. El medio de aprehensión: Las facultades naturales del hombre están corrompidas por la caída, incapacitando al sujeto para procesar santamente la verdad objetiva.
  2. La supresión activa: Los seres humanos no son receptores pasivos, sino agentes morales que detienen la verdad, manteniéndola cautiva «en una cárcel tenebrosa» mediante sus propias concupiscencias.
  3. La distorsión idolátrica: Incluso la élite intelectual corrompió el conocimiento puro con razonamientos vanos, transformándolo en una idolatría sofisticada.

La distinción de Vermigli entre conocimiento «eficaz» y conocimiento «frío» resuelve así la aparente paradoja de cómo los gentiles pueden conocer a Dios y, simultáneamente, ser condenados por no glorificarlo. No es la veracidad de la revelación general lo que está en cuestión, sino su poder transformador. La misma verdad que permanece estéril y condenatoria cuando es aprehendida por la razón natural, se vuelve salvífica cuando es vivificada por la fe y el poder del Espíritu Santo.

Por tanto, la necesidad absoluta de la Escritura no surge de que el conocimiento natural sea falso, sino de que solo en el Evangelio se ofrece el remedio para que dicho conocimiento sea eficaz. Además, (y vale la pena repetirlo), es en las Escrituras donde se encuentran los misterios de la fe, no en la naturaleza.

Finalmente, la relevancia contemporánea de este análisis es sorprendente. En una época marcada por el sincretismo religioso, Vermigli ofrece una corrección necesaria: el problema del hombre natural no es la ausencia de la verdad, sino su hostilidad hacia ella. Su distinción nos recuerda que es posible poseer intelectualmente la verdad de Dios sin ser poseído por ella existencialmente (cualquiera que haya pasado suficiente tiempo en una iglesia lo sabe por experiencia). La tragedia del incrédulo, según Vermigli, no radica en que ignore quién es Dios, sino en que, conociéndolo verdaderamente como Creador y Juez, carece de la regeneración necesaria para abrazarlo como Padre. Así, la teología natural, por real y sofisticada que sea, si no es purificada por la gracia y replanteada desde la Escritura, no funciona como un escalón hacia el cielo, sino como el fiscal que garantiza nuestra inexcusabilidad.

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    Los comentarios bíblicos de Martyr avanzan pasaje por pasaje, pero él intercala el comentario propiamente dicho con Loci Communes o excursus que ofrecen un tratamiento más sistemático de los problemas teológicos, éticos, filosóficos o sociales sugeridos por el texto bíblico. El número y la extensión de los Loci Communes varían enormemente. Los que tratan sobre la justificación y la predestinación en el comentario a Romanos podrían casi considerarse como libros breves. El comentario es una revisión de las conferencias que Vermigli dictó en Oxford entre 1550 y 1552. John Patrick Donnelly y Robert M. Kingdon, A Bibliography of the Works of Peter Martyr Vermigli.
  • 2
    Las citas son traducidas de la versión digitalizada por la Universidad de Michigan en inglés y cotejada con la versión latina impresa en Heidelberg en 1612.
  • 3
    En su sentido semipelagiano – pelagiano, no refiriéndonos al método.
  • 4
    Refiriéndonos al sector más distintivamente romanista.
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    Richard Muller dice en su diccionario que “notiones communes: nociones comunes, concepciones comunes; el equivalente latino de κοιναὶ ἔννοιαι (koinai ennoiai) o, en algunos usos estoicos, προλήψεις (prolēpseis); específicamente, ideas básicas grabadas o implantadas en la mente humana que pertenecen por naturaleza a todas las personas, una teoría enraizada en la antigua filosofía estoica. Estas nociones comunes se asumían como universalmente verdaderas en la filosofía tradicional, ya fuera aristotélica o platónica, de la Edad Media y la era moderna temprana y, junto con la presunta fiabilidad de la percepción sensorial, proporcionaban un fundamento sólido para el aprendizaje y la argumentación. La asunción de nociones comunes consistentes en los principios (principia, véase) y las conclusiones rudimentarias de la ley natural (lex naturalis, véase) daba cuenta de las normas morales universales, como se indica teológicamente en la exégesis de Romanos 2:14-15 y como enseñaron los Reformadores y los escolásticos protestantes. La negación de las notiones communes y de la validez de la percepción sensorial por parte de las nuevas filosofías del siglo XVII, notablemente el cartesianismo y la filosofía Lock, así como por los teólogos remonstrantes posteriores, puso en cuestión toda la estructura y el lenguaje de la tradición, ya fuera filosófica o teológica.
  • 6
    Bucero dice sobre esto que «el Apóstol tiene principalmente ante los ojos a los filósofos, a quienes sobrevino una cognición más amplia de Dios (si bien ésta sea, a la vez, común a todos los que tienen razón natural). Quiere Pablo mostrar que ninguna doctrina ni conocimiento, por sí, bastan para que alcancemos la justicia si falta la fe de Cristo; de modo que, si tanto se han desvanecido los filósofos —provistos de tan excelso saber— por carecer de fe, ¿qué podrá prometerse el vulgo sin la fe en Cristo?»,
  • 7
    Para ver un tratamiento sobre la Ética a Nicómaco por parte de los teólogos reformados puede leerse la gran obra de Manfred Svensson: The Aristotelian Tradition in Early Modern Protestantism: Sixteenth- and Seventeenth-Century Commentaries on the Ethics and the Politics
  • 8
    También en su comentario a la Ética, Vermigli recurre sorprendentemente a Aristóteles para confirmar cómo debe funcionar el orden moral del mundo. Analizando el ejemplo del filósofo sobre cómo el arte de fabricar bridas sirve al arte ecuestre, y este a su vez a la estrategia militar, Vermigli encuentra un ‘acuerdo asombroso’ con la estructura de la Biblia. Observa que, al igual que en la jerarquía aristotélica, los deberes hacia el prójimo (Segunda Tabla de la Ley) carecen de sentido si no están dirigidos y subordinados al amor a Dios (Primera Tabla). Vermigli valida así que la razón pagana es capaz de observar correctamente que la vida no funciona si lo inferior no se subordina a lo superior, reconociendo una verdad fundamental del diseño de Dios. Véase, Vermigli, Peter Martyr. Commentary on Aristotle’s Nicomachean Ethics
  • 9
    Además de la insuficiencia de las verdades naturales en contraposición con las reveladas a través de la Escritura (Trinidad, salvación por la fe, etcétera).
  • 10
    Para ver cómo Vermigli usa a favor a Aristóteles o lo corrige, puede leerse su comentario a la Ética a Nicómaco. La versión de The Davenant Institute se llama: Commentary on Aristotle’s Nicomachean Ethics
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    En su comentario es común encontrar referencias a Agustín, Crisóstomo y otros padres
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    Aquí puede decirse que si bien ese conocimiento de algunas verdades es real en asuntos particulares, en su sistematización general es falso. Esa es una de las razones por las que la teología natural de los paganos es falsa. Su sistema es falaz e idolátrico.

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