La reforma no «dijo realmente» que habían cinco solas. Si se le puede creer a Wikipedia, las grandes cinco no se presentaron como eslogan sino hasta 1965. Los primeros intentos luteranos de marketing ofrecían solamente tres: sola Escritura, sola gracia y sola fe. Pero incluso esta construcción no es tan antigua. Cuando Philip Schaff escribió su libro The Principle of Protestantism en 1845, únicamente tenía dos. Recientemente, algunos historiadores de la Iglesia han cuestionado si sola Scriptura es siquiera una expresión de la reforma.
Antes de darle rienda suelta a esta iconoclasia etimológica, deberíamos decir que, aunque los dos términos latinos sola y Scriptura no aparecen en una sucesión inmediata en las fuentes más antiguas de forma obvia, el concepto de que la Escritura ocupa una posición exclusiva en cuestiones de autoridad religiosa sin duda puede encontrarse en la época de la reforma.
En su famoso libro La esclavitud de la voluntad, Martín Lutero escribió:
Estamos dispuestos a luchar entre nosotros, no apelando a la autoridad de ningún doctor, sino solo a la de la Escritura.
Referencias similares a «solo la Escritura» o «únicamente la Escritura» pueden encontrarse en los escritos de Zwinglio y Calvino, y articulaciones más largas aparecen en la mayoría de los principales documentos confesionales. Así que hay algo parecido a la sola Scriptura en los reformadores magisteriales.
Sin embargo, una de las razones por las que los eruditos modernos se oponen al eslogan es que, si se considera puramente en abstracto, la expresión «sola Escritura» podría dar lugar a muchos malentendidos.
Sola Scriptura ¿El único estándar para qué?
Los cristianos suelen decir con cierta frecuencia: «Las Escrituras son nuestro único estándar». Pero, ¿nuestro único estándar para qué? ¿Son las Escrituras la única fuente de verdad de cualquier clase, sin que tengamos necesidad, por ejemplo, de libros de física o manuales de instrucciones de IKEA? Ese tipo de interpretación sería absurda. Y precisar esta afirmación diciendo que «las Escrituras son nuestro único estándar de autoridad» no ayuda mucho. ¿Qué estándar no tiene autoridad, al menos en cierto sentido?
Por lo tanto, debemos explicar qué se supone que significa sola Scriptura. Aquí es donde nuestros meticulosos historiadores son útiles. Expresiones como «sola Escritura» siempre aparecieron en contextos determinados. Cuando los reformadores apelaban a las Escrituras de esta manera, no estaban debatiendo sobre ciencia, matemáticas o gramática. Estaban teniendo debates religiosos y doctrinales. Eso significa que la sola Scriptura no se aplica a cuestiones relacionadas con el mundo natural en sí mismo. Podemos aprender sobre las mariposas estudiándolas y leyendo libros escritos por personas que las han estudiado. Lo mismo ocurre con la literatura e incluso con la política.
La Sola Scriptura tampoco excluía la revelación natural acerca de Dios. Se trata de una afirmación muy polémica, pero los documentos confesionales de la reforma son claros en este punto. La Confesión Belga dice:
Conocemos a Dios por dos medios: Primero, por la creación, conservación y gobierno del universo, ya que este universo está ante nuestros ojos como un hermoso libro en el que todas las criaturas, grandes y pequeñas, son como letras que nos hacen reflexionar sobre las cosas invisibles de Dios.1La Confesión Belga, artículo 2.
La confesión continúa citando el argumento del apóstol Pablo en Romanos 1 de que:
Lo que de Dios se conoce, les es manifiesto … Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y divinidad, se ven claramente desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas.2Romanos 1:19-20
También podríamos añadir el Salmo 19:2:
Un día emite palabra a otro día y una noche a otra noche declara sabiduría.
La razón también conduce a una especie de conocimiento de Dios. Por su parte, la Confesión de Fe de Westminster apela a «la luz de la naturaleza» cinco veces y a la «razón» o «sentido común» al menos otras tres. En su capítulo 21, dice:
La luz de la naturaleza demuestra que hay un Dios, que tiene señorío y soberanía sobre todo, que es bueno y que hace bien a todos, y por lo tanto, debe ser temido, amado, alabado, invocado, creído, servido y en quien se debe confiar, con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.
Las Escrituras no son, entonces, nuestra única fuente de conocimiento, ni siquiera del conocimiento de Dios. Pero lo que sí son es una fuente suficiente de conocimiento salvífico.
Nuestra necesidad de otras fuentes
Dado que este conocimiento es suficiente, las Escrituras no necesitan un conocimiento adicional de fuentes externas para que el hombre conozca lo necesario para salvarse. Y así, los 39 Artículos de la Iglesia de Inglaterra declaran:
La Sagrada Escritura contiene todas las cosas necesarias para la salvación: de tal manera que lo que no pueda leerse ni probarse en ellas, no debe ser exigido a ningún hombre para que lo crea como un artículo de fe, o considerarlo como requisito necesario para la salvación.3Los 39 Artículos de la Religión Cristiana, artículo 6.
La Sola Scriptura podría definirse entonces como la convicción de que las Sagradas Escrituras son la única fuente de la que proceden las doctrinas que hay que creer para la salvación.
Sin embargo, incluso esta afirmación requiere una explicación más detallada. Podría haber fuentes secundarias para estas doctrinas necesarias. Cualquier cristiano que transmitiera con precisión el contenido del mensaje bíblico sería una de esas fuentes. Ya sea San Agustín o la tía Betsy de la escuela dominical, si enseñaran una verdad bíblica, su enseñanza podría ser buena y útil. Pero la afirmación confesional deja claro que todas las fuentes secundarias dependen a su vez de la primera fuente, las Sagradas Escrituras, para su autoridad, y no pueden apelar a otras fuentes, ya sean algún tipo de experiencias espirituales directas o tradiciones orales que supuestamente descendieron de los apóstoles.
Ninguna «nueva revelación del Espíritu» podría establecer una doctrina necesaria, ni tampoco las «tradiciones de los hombres» (CFW 1.6). Toda doctrina debe ser expuesta a partir del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Nuestra necesidad de interpretación
Esta afirmación tampoco excluye la necesidad de interpretación y argumentación racional. No quiere decir que solo podemos limitarnos a repetir versículos bíblicos. Más bien, las doctrinas deben ser «probadas por» la Escritura o «deducidas… por buena y necesaria consecuencia» (CFW 1.6). Por lo tanto, las leyes de la lógica y la gramática son esenciales para la sola Scriptura.
Se espera que los cristianos sean capaces de interpretar los pasajes bíblicos, combinar diversas enseñanzas y sacar conclusiones acertadas de ellas. Incluso el famoso «Aquí estoy» de Lutero fue precedido por «A menos que sea convencido por las Escrituras y la recta razón … no puedo retractarme». La razón pura no es una fuente que compita con la Escritura, sino un medio necesario e ineludible de interpretar y aplicar la Escritura.
Por supuesto, la mayor parte del debate se centra en la interpretación de las Escrituras. Y la interpretación de algunas cosas será más fácil que la de otras. Dado que los únicos intérpretes serán invariablemente humanos, siempre habrá errores y desacuerdos. Si pones a tres teólogos juntos en una misma habitación, a veces obtendrás cinco opiniones. Esto significa que los concilios eclesiásticos y los sínodos siguen siendo necesarios.
Nuestra necesidad de Concilios
Ninguno de los reformadores rechazó el concepto de concilios eclesiásticos. Varios esperaban un concilio ecuménico pan-protestante que unificara las distintas ramas de la reforma. Otros se contentaron con concilios regionales y nacionales. Pero nadie en la reforma rechazó el concepto de redactar declaraciones confesionales.
Aun así, la convicción en la sola Scriptura mantenía que estos cuerpos interpretativos siempre tenían la posibilidad de equivocarse y, por tanto, no podían convertirse en «regla de fe», sino solamente en una «ayuda» (CFW 31.1). Esto significa que todos los concilios humanos, incluso los más antiguos y famosos, tienen una autoridad derivada. No pueden crear nueva doctrina, sino únicamente interpretar el contenido de las Escrituras.
En lo que respecta a la capacidad de imponer una determinada confesión religiosa, esto sería siempre de forma temporal. Los credos y las confesiones pueden vincular a quienes están bajo su jurisdicción (ya sea a través de las iglesias establecidas de la antigua Europa o de las asociaciones voluntarias de la cristiandad estadounidense), pero solamente de una manera estipulada, falible y mudable. Siempre pueden ser revisados y, por tanto, ellos mismos deben ser juzgados por el estándar superior, la regla de las Sagradas Escrituras.
Dios nos dio una guía
La comprensión apropiada de la sola Scriptura no excluye otras normas. Hay un lugar necesario para la sabiduría natural, el rol de la razón, e incluso la historia de la iglesia y la piedad eclesiástica. Pero la sola Scriptura dice que todas estas autoridades son autoridades menores que a su vez son juzgadas por las Escrituras. Puesto que las Escrituras son de inspiración divina (2 Timoteo 3:16), son la única norma que puede juzgar la verdad y la justicia salvíficas sin posibilidad de equivocarse. Como tal, las Escrituras juzgan todas las demás normas y sirven como nuestra medida final.
No hay que perder de vista en el aspecto más técnico de este debate la buena noticia de que Dios nos ha dado una guía suficiente para conocer su voluntad. Su Palabra es una lámpara para nuestros pies y una luz para nuestro camino (Salmo 119:105). Todos los cristianos pueden leer sus Biblias con la certeza de que sus páginas son absolutamente verdaderas y sus promesas no pueden fallar. Tenemos todo lo que necesitamos para conocer y agradar a Dios, y tenemos el camino hacia la salvación eterna.
Este artículo ha sido traducido con el permiso del Pastor Steven Wedgeworth.
- 1La Confesión Belga, artículo 2.
- 2Romanos 1:19-20
- 3Los 39 Artículos de la Religión Cristiana, artículo 6.