Volvamos de nuevo a la Confesión de Fe de Westminster en el capítulo sobre la Escritura. En 1.9, los divinos (teólogos) dicen:
La regla infalible para interpretar la Escritura es la misma Escritura: por lo tanto, cuando haya una pregunta sobre el sentido verdadero y pleno de cualquier Escritura (el cual no es múltiple, sino uno solo), este debe ser buscado y conocido por otros lugares que hablen más claramente. 1Todas las citas de la Confesión de Fe de Westminster fueron extraídas del libro, La fe que confesamos: Compendio de confesiones reformadas, publicado por Dort Publicaciones.
Esta es una declaración sucinta de la “analogía de la fe” o “analogía de la Escritura”, que para los protestantes están, por supuesto, muy estrechamente relacionadas (hay un sentido en el que podrían considerarse idénticas, y un sentido en el que un credo o confesión [en lugar de la propia Biblia] podría servir como “regla de fe”, una regula o canon, con las que las construcciones doctrinales deberían compararse y juzgarse [analogía], pero solo porque, y en la medida que, estos credos o confesiones son en sí mismas fieles resúmenes de lo que la Biblia enseña, contra la cual ellos mismos deben ser juzgados)
Y una vez más, uno puede encontrar afirmaciones en Agustín (por ejemplo) que apuntan en esa dirección, de modo que el principio protestante de la Escritura puede verse como una especie de “tradición suprimida” dentro de la recepción más amplia de la fe cristiana en la historia.
Por ejemplo, él dice:
Pero ¿en qué consiste que lo perciba con más placer de este modo que si no se propusiera bajo una tal semejanza sacada de los divinos libros, siendo así que el asunto es el mismo y el conocimiento igual? Difícil es de explicar y distinta cuestión de lo que tratamos ahora. Basta, pues, con decir que nadie duda que se conoce cualquiera cosa con más gusto por semejanzas; y que las cosas que se buscan con trabajo se encuentran con mucho más agrado. Los que de ningún modo encuentran lo que buscan sienten hambre; y los que no buscan porque lo tienen a la mano, muchas veces por el hastío desfallecen. En uno y otro caso se ha de evitar la inacción. Por eso el Espíritu Santo magnífica y saludablemente ordenó de tal modo las santas Escrituras, que, por los lugares claros, satisfizo nuestra hambre, y por los oscuros, nos desvaneció el fastidio. En verdad, casi nada sale a la luz de aquellos pasajes oscuros que no se halle ya dicho clarísimamente en otro lugar. 2Sobre la doctrina cristiana, San Agustín
Un ejemplo en Agustín
En caso de que tengas problemas con la palabra “casi” – “Mira él no dice que absolutamente todo se encuentra claramente expresado en los pasajes más claros, ¡por lo tanto, tradición! ¡Magisterio! Etc.!”- no se preocupe. Uno puede emplear la analogía Augustini y encontrar un lugar donde quizás él hable más claramente. Esto hace en Consecuencias y perdón de los pecados, y el bautismo de los niños:
Yo, aunque no puedo refutar sus argumentos, veo, sin embargo, la necesidad de adherirse a las verdades que muy claramente nos enseña la Sagrada Escritura, para iluminar por ella otros puntos más opacos. O, si nuestro entendimiento no es aún capaz de comprender las verdades ya demostradas o de investigar otras difíciles, hemos de prestarles nuestra más firme adhesión.
Ahora bien, ¿hay algo más explícito que los muchos y graves oráculos divinos, de donde clarísimamente se desprende que, fuera de la incorporación a Cristo, ningún hombre puede llegar a la vida y salvación eterna, y que nadie puede ser condenado injustamente en el divino tribunal, o en otros términos, nadie puede ser separado injustamente de aquella vida y salvación eterna?
De donde brota esta consecuencia: siendo el efecto del bautismo de los párvulos la incorporación a la Iglesia o la unión con Cristo y sus miembros, cosa manifiesta es que, si no reciben ese sacramento, gravita sobre ellos la sentencia condenatoria. Mas no podrían ser condenados si fueran inocentes. Luego, como en aquella edad no pueden ser responsables de pecados personales, forzosamente hay que deducir, o, si esto fuere mucho para nosotros, hay que creer, a lo menos, que los niños contraen el pecado de origen. 3Consecuencias y perdón de los pecados, y el bautismo de los niños, San Agustín
Un corolario de esto es que el principio puede ser aplicado al propio entendimiento de Agustín sobre las Escrituras (como él mimo habría querido); y para poner un punto algo fino, uno podría hacerlo en las mismas frases que siguen a su principio general: ¿es realmente el caso que la Escritura es clara sobre que en los infantes no bautizados “gravita la sentencia condenatoria” si, por ejemplo, perecieran sin él? En otras palabras, ¿está la salvación tan estrechamente unida a él que debemos estar extremadamente inseguros sobre el estatus de cualquiera que muera sin él? La respuesta, para no andarnos con rodeos, es “obviamente no”.
Uno puede estar de acuerdo en que las “declaraciones divinas” enseñan que “sin la unión con Cristo, no hay hombre que pueda alcanzar la vida eterna y la salvación” y en desacuerdo con la “inevitable conclusión” que Agustín saca de eso. Este no es mi propósito o mi punto aquí; el punto es que la analogía de la Escritura es precisamente lo que permite la libertad de tener ese debate. Ambas partes del debate deben estar en pie de igualdad, igualmente expuestas a que sus pronunciamientos sean juzgados en el tribunal de la Palabra de Dios, porque Dios es el único que puede decir lo que debe ser creído. Se trata más de una cuestión de principio que de la aplicación de ese principio: es decir, Agustín puede dar voz al principio correcto, incluso si se puede argumentar con fuerza que aplica mal ese principio en casos particulares. Pero lo importante es el principio, y los protestantes de los siglos XVI y XVII encontraron expresiones de este que se remontan a la antigüedad.
Este artículo ha sido traducido con permiso y fue publicado originalmente en el blog: The Calvinist International.
- 1Todas las citas de la Confesión de Fe de Westminster fueron extraídas del libro, La fe que confesamos: Compendio de confesiones reformadas, publicado por Dort Publicaciones.
- 2Sobre la doctrina cristiana, San Agustín
- 3Consecuencias y perdón de los pecados, y el bautismo de los niños, San Agustín