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Catolicismo Reformado

Casi medio siglo después de que R. T. Kendall publicara Calvin and English Calvinism to 1649, el debate de «Calvino contra los calvinistas» sigue vivo. Por supuesto, Kendall no fue el primero en intentar señalar una supuesta discontinuidad entre Calvino y sus sucesores. Años antes, T. F. Torrance ya había criticado la Confesión de Westminster por ser demasiado escolástica en su naturaleza, abiertamente racionalista en su enseñanza sobre los Diez Mandamientos, y «marcadamente menos cristológica» en comparación con Calvino y la Reforma.1T. F. Torrance, The School of Faith: The Catechisms of the Reformed Church (Eugene, OR: Wipf & Stock Publishers, rep. 1996), xvii. Los defensores modernos [de esta postura] quizá no sigan a Kendall cuando afirma que los calvinistas más tardíos, como los divinos de Westminster, son criptoarminianos en su teología, pero [por lo menos] sí siguen a Torrance al abrir una brecha entre Calvino y sus herederos escolásticos reformados. Los que defienden estos puntos de vista advierten de los peligros de la metafísica aristotélica y las categorías empleadas por varios teólogos reformados, así como del uso de la teología natural frente al enfoque puramente bíblico de Calvino. La pregunta que se plantea hoy es, entonces, si este punto de vista es cierto. ¿Era Calvino un «biblicista»2Véase especialmente Sarah Mortimer, Reason and Religion in the English Revolution: The Challenge of Socinianism (Cambridge: Cambridge University Press, 2010). en sus métodos? Como veremos, la respuesta es un rotundo «no».

El biblicismo puede definirse como el rechazo de todo aquello que no esté explícitamente aclarado o declarado en las Sagradas Escrituras. Por tanto, se prescinde de autoridades secundarias, como credos y confesiones, en favor de la Biblia como [la] única autoridad. Este tipo de argumentación, que también llevó al abandono del uso de la metafísica aristotélica, la doctrina de la Trinidad, etc., se originó históricamente entre los socinianos. Hoy en día el término ha sido adoptado por algunos en la Iglesia Reformada para contrastarlo con las enseñanzas de la Gran Tradición. En el mejor de los casos, esto ha conducido a una gran confusión y, en el peor, a un claro detrimento de la fe reformada.

El uso que Calvino hace de Aristóteles

No cabe duda de que los sucesores de Calvino se mostraron más interesados por la metafísica y la filosofía que el propio Calvino. Sin embargo, esto no significa que Calvino estuviera completamente desprovisto de categorías o usos filosóficos. Quizá el uso más explícito de las categorías aristotélicas se encuentra en sus Instituciones de la religión cristiana. Al defender la salvación monergista, Calvino hace referencia tanto a Aristóteles como a Tomás de Aquino:

Los filósofos postulan cuatro tipos de causas que se pueden observar en el desarrollo de las cosas. Sin embargo, si nos fijamos en ellas, encontraremos que, en lo que se refiere al establecimiento de nuestra salvación, ninguna de ellas tiene nada que ver con obras. En efecto, la Escritura proclama por doquier que la causa eficiente por la que obtenemos la vida eterna es la misericordia del Padre celestial y su amor gratuito hacia nosotros. Ciertamente, la causa material es Cristo, mediante su obediencia, por la que adquirió para nosotros la justicia. ¿Cuál diremos que es la causa formal o instrumental, sino la fe? Y Juan incluye las tres en una misma frase cuando dice: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo unigénito para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” [Jn 3,16]. En cuanto a la causa final, el apóstol atestigua que consiste tanto en la prueba de la justicia divina como en la alabanza de la bondad de Dios, y en el mismo lugar menciona expresamente las otras tres.3Juan Calvino, Instituciones, 3.14.17.

Aquí podemos ver cómo Calvino emplea la filosofía al servicio de la verdad bíblica, y no como su enemiga, como muchos parecen querer hacer hoy en día. Tampoco se trata de un uso aislado, ya que puede verse no solo en sus obras teológicas, sino también en sus comentarios bíblicos de Romanos y Efesios. Si nos fijamos en su exégesis de Efesios 1, vemos que Calvino utiliza la causalidad cuádruple de Aristóteles para explicar la predestinación. Calvino escribe:

Aquí se mencionan tres causas de nuestra salvación, y poco después se añade una cuarta. La causa eficiente es el beneplácito de la voluntad de Dios, la causa material es Jesucristo, y la causa final es la alabanza de la gloria de su gracia. Veamos ahora lo que dice respecto a cada una de ellas.4Juan Calvino, comentario a Efesios 1:5.

Muchos de los teólogos escolásticos reformados posteriores seguirían los mismos pasos de Calvino en su apropiación del pensamiento de Aristóteles y la causalidad cuádruple al servicio de la teología.5Véase, por ejemplo, Franciscus Junius, A Treatise on True Theology, trad. David C. Noe (Grand Rapids, MI: Reformation Heritage Books, 2014). Acerca del uso de Aristóteles en los escolásticos reformados, véase Willem J. Van Asselt et al., Introduction to Reformed Scholasticism, trad. Albert Gootjes (Grand Rapids, MI: Reformation Heritage Books, 2011), 26-44. Así por ejemplo, la Confesión de Westminster sigue a Calvino en esta apropiación particular de la causalidad aristotélica en los capítulos sobre el decreto eterno de Dios y la providencia. En el capítulo sobre el decreto eterno de Dios, los teólogos afirman que:

Dios, desde toda la eternidad, por el más sabio y santo consejo de su propia voluntad, ordenó libre e inmutablemente todo lo que sucede; sin embargo, de modo que Dios no es el autor del pecado, ni se ofrece violencia a la voluntad de las criaturas; ni se quita la libertad o contingencia de las causas secundarias, sino que más bien las establece. (CFW 3.1).6Aristóteles es citado (tanto positiva como críticamente) siete veces en las Actas de la Asamblea de Westminster. Véase Chad Van Dixhoorn, The Minutes and Papers of the Westminster Assembly, 1643-1653, 5 vols., (Oxford: Oxford University Press, 2012). John Fesko observa que los divinos que se educaron en Cambridge recibieron una formación que hacía «un intenso uso de Aristóteles junto a autores protestantes como el teólogo luterano Philip Melanchthon y el remonstrante Hugo Grocio (1583-1645)». J. V. Fesko, The Theology of the Westminster Standards (Wheaton, IL: Crossway, 2014), 60-61.

Por supuesto, esto no significa que el objetivo de Calvino fuera formular todo un sistema filosófico o incluso poner a Aristóteles al servicio de cada texto de la Escritura. Más bien reconoció que toda verdad es la verdad de Dios, independientemente de dónde se encuentre. Por lo tanto, no se trataba meramente de que las cuatro causas de Aristóteles fueran útiles, sino que Calvino estaba dispuesto a adentrarse más porque Aristóteles, en virtud de ser un portador de la imagen de Dios, era capaz de descubrir, por la gracia común, varias verdades o dar lugar a formulaciones que servían a la verdadera teología. Podemos ver con más detalle la opinión de Calvino sobre la utilidad de la filosofía griega en su comentario a Tito:

De este pasaje inferimos que son supersticiosas las personas que no se atreven a tomar nada de los autores paganos. Toda verdad viene de Dios; y, por consiguiente, si hombres malvados han dicho algo que sea verdadero y justo, no debemos rechazarlo, porque ha venido de Dios. Además, todas las cosas son de Dios; y, por consiguiente, ¿por qué no ha de ser lícito dedicar a su gloria todo lo que pueda emplearse propiamente para tal fin? 7Juan Calvino, comentario a Tito 1:12.

Seguidamente, [Calvino] remite a sus lectores al discurso de Basilio «A los jóvenes», en el que Basilio anima a sus oyentes a servirse de la literatura griega clásica sobre la ética de la virtud.8Para más detalles acerca de la opinión de Calvino sobre la ética de la virtud, véase David S. Sytsma, “John Calvin and Virtue Ethics” en Journal of Religious Ethics 48, no. 3 (2020): 519-56. De ninguna manera Calvino es el único, ya que teólogos reformados posteriores, como Samuel Rutherford, utilizaron la ética de Aristóteles, especialmente en relación a los hábitos.9Fesko, The Theology of the Westminster Standards, 259.

Aunque existen diversas opiniones en cuanto a hasta qué punto Calvino es deudor de hombres como Aristóteles, estas breves citas muestran que, como mínimo, no rechazó por completo todos los aspectos de la filosofía aristotélica, sino que por el contrario, colocó a la filosofía en el lugar que le correspondía, como sierva del texto divino. Como observa correctamente Joel Beeke:

Para Calvino, la lógica, la filosofía y la experiencia desempeñan el papel de siervas de la Escritura y, por tanto, su rol es ayudar a desarrollar y edificar la doctrina dentro de un marco bíblico. Es bajo esta perspectiva que debemos considerar el uso ocasional y nada apologético que hace Calvino de términos aristotélicos, tales como relaciones esenciales y accidentales, o causas primarias y secundarias.10Joel R. Beeke, Debated Issues in Sovereign Predestination: Early Lutheran Predestination, Calvinian Reprobation, and Variations in Genevan Lapsarianism (Göttingen, Germany: Vandenhoek & Ruprecht, 2017), 101.

Calvino, al igual que quienes vinieron antes y después que él, trató de utilizar lo mejor de los grandes pensadores del mundo al servicio del Dios Trino.

Juan Calvino y la teología natural

Esto naturalmente nos lleva al tema de la teología natural. Como hemos visto, Calvino no estaba en contra de utilizar otras fuentes de verdad, a pesar de su origen próximo. Sin duda, Calvino reconocía que podía obtenerse cierto valor y perspicacia leyendo a los filósofos griegos. Sin embargo, esto no siempre se ha trasladado al ámbito de la teología natural.

Algunos han argumentado que Calvino no enseñó ninguna forma de teología natural. En efecto, Calvino no trata directamente este tema. Esta idea ha hecho que teólogos reformados como Karl Barth descarten por completo la utilidad de dicha teología. En la actualidad, muchos herederos de Cornelius Van Til han intentado rechazar de plano la teología natural. En una carta a Francis Schaeffer, Van Til escribe:

Creo que estarás de acuerdo, entonces, en que ninguna forma de teología natural jamás ha hablado adecuadamente del Dios que está ahí. Ninguno de los grandes filósofos griegos, como Platón o Aristóteles, y ninguno de los grandes filósofos modernos, como Descartes, Kant o Kierkegaard y otros, han hablado jamás del Dios que está ahí.11Cornelius Van Til a Francis Schaeffer, 11 Marzo de 1969, en Ordained Servant 6, no. 4 (1997): 77.

Aunque Van Til no rechazó toda la teología natural, sí tenía una opinión muy matizada. Algunos han llevado declaraciones como esta mucho más lejos de lo que le hubiera resultado cómodo al propio Van Til. Otros, en cambio, han argumentado que la teología natural ha sido una temática constante desde Aquino hasta Calvino y a través del período ortodoxo reformado.12Para una útil introducción a la historia de la teología natural, véase David Haines, Natural Theology: A Biblical and Historical Introduction and Defense (The Davenant Press, Oxfordshire, U.K., 2021). Cada postura suele apelar a Calvino, afirmando ser su sucesor en este tema.

Ahora bien, ¿qué dice exactamente Calvino sobre la teología natural? Volvamos una vez más a sus comentarios bíblicos. En Hechos 17, en el sermón que pronunció en el Aerópago, Pablo se encuentra con atenienses que adoran al «dios desconocido». La estrategia de Pablo es apelar primero a la naturaleza y a la razón universal. Comentando el método apologético de Pablo, Calvino dice:

La intención de Pablo es enseñar lo que Dios es. Además, como se dirige a hombres profanos, saca pruebas de la naturaleza misma; pues en vano habría citado testimonios de las Escrituras. Digo que éste era el propósito de este santo varón: llevar a los hombres de Atenas al verdadero Dios. Pues estaban persuadidos de que existía alguna divinidad; solamente su absurda religión debía ser reformada.13Calvino, comentario a Hechos 17:24.

Pablo utiliza pruebas de la naturaleza para «reformar» la religión de ellos. Es como si su visión de Dios estuviera nublada por el pecado y Pablo, apelando a la naturaleza, les diera los lentes para ver a Dios con claridad. Apelar únicamente a las Escrituras habría sido un intento «vano», en lugar de ello, Pablo recurre a un terreno común, es decir, al sensus divinitatis y la luz de la naturaleza, con el fin de señalar a los atenienses el verdadero conocimiento de Dios.14El sensus divinitatis se define mejor como «una percepción básica e intuitiva de la existencia divina; es generada en todas las personas a través de su encuentro con el orden providencial del mundo. El sensus divinitatis es, por tanto, la base tanto de la religión pagana como de la teología natural. A causa de la caída, la religión que nace de este sentido de lo divino, o semilla de la religión (semen religionis), es idólatra e incapaz de salvar o de producir verdadera obediencia a Dios. Por consiguiente, nuestro sensus divinitatis es capaz únicamente de dejarnos sin excusa en nuestro rechazo de la verdad de Dios». Richard A. Muller, Dictionary of Latin and Greek Theological Terms: Drawn Principally from Protestant Scholastic Theology, 2ª ed. (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2017), 331. El punto de vista de Calvino sobre el sensus divinitatis no fue una nueva invención propia, sino que «es bien sabido que Calvino se refiere a las opiniones de Cicerón cuando articula su concepción del SD…» Paul Helm, John Calvin’s Ideas (Oxford: Oxford University Press, 2004), 231.

El hecho de que Calvino reconozca tanto el sensus divinitatis como las obras de la creación misma presenta una gran similitud con la prueba cosmológica de Tomás de Aquino, aunque Calvino argumenta de manera retórica en lugar de silogística.15J.V. Fesko y Guy M. Richard, “Natural Theology and the Westminster Confession of Faith”, en The Westminster Confession of Faith into the 21st Century, Vol 3., ed. Ligon Duncan (Fearn, Ross-shire: Christian Focus Publications, 2009), 232. En esto, Calvino y sus sucesores están de acuerdo. Tomemos como ejemplo a Francisco Turretino, quien escribe que:

Los ortodoxos, por el contrario, enseñan uniformemente que hay una teología natural, en parte innata (derivada del libro de la conciencia por medio de nociones comunes [koinas ennoias]) y en parte adquirida (extraída del libro de las criaturas discursivamente).16Francis Turretin, Institutes of Elenctic Theology, Vol.1, trad. George Musgrave Giger, ed. James T. Dennison Jr. (Phillipsburg: P&R Publishing 1992), 6.

Pablo prosigue citando a un poeta pagano en el versículo 28. Calvino comenta:

Cita medio verso de Arato, no tanto por su autoridad, sino para avergonzar a los hombres de Atenas; pues tales dichos de los poetas no procedían de otra fuente que de la naturaleza y de la razón común. Tampoco es de extrañar que Pablo, que hablaba a hombres infieles e ignorantes de la verdadera piedad, utilice el testimonio de un poeta, en el que se confesaba ese conocimiento que está naturalmente grabado en la mente de los hombres.17Calvino, comentario a Hechos 17:28.

Los hombres en Atenas tenían un conocimiento de Dios que era verdadero y común, y aunque desordenado, provenía de «la naturaleza y la razón común». Por lo tanto, Pablo apela inmediatamente a la Escritura, pero aquello que los hombres reconocían como verdadero procedía de la naturaleza. De hecho, Calvino llega a decir que cuando se trata de reconocer los atributos de Dios y la verdad de Él como creador, los filósofos:

Tienen más agudeza en esos asuntos que la mayoría –porque– comprenden cómo las estrellas están dispuestas en tan bello orden.18Calvino, comentario al Salmo 19:2.

En su comentario a los Salmos, Calvino aduce pruebas encontradas en la creación, específicamente el diseño del universo, para señalar a Dios como el «Arquitecto supremo». Por ejemplo, en el Salmo 104, Calvino argumenta desde el efecto de la creación hasta la causa de la misma. [Ahí[] observa que, a pesar de la dificultad de los argumentos y del lenguaje utilizados sobre la creación, estos no son «superfluos; pues es por medio de la dificultad como nos despiertan y nos permiten alcanzar siquiera un ligero conocimiento de Dios».19Calvino, comentario al Salmo 104:3. Esto refleja un argumento de causalidad, que se asemeja a las pruebas medievales de la existencia de Dios.20J.V. Fesko, Reforming Apologetics: Retrieving the Classical Reformed Approach to Defending the Faith (Grand Rapids: Baker Academic, 2019), 63. El análisis de Fesko de los puntos de vista de Calvino es particularmente útil, ya que muestra el compromiso de Calvino tanto con el sensus divinitatis como con el uso de argumentos tradicionales que se encuentran relacionados con hombres como Tomás de Aquino.

Este tipo de argumentación coincide con lo que encontramos en las Instituciones. Citando positivamente a Virgilio, argumenta que seguir los efectos de la creación hasta Dios no es algo exclusivo de los creyentes, sino que «este modo de buscar a Dios es común tanto a los forasteros como a los de casa, si trazan los contornos que arriba y abajo esbozan una viva semejanza de Él».21Calvino, Instituciones, 1.5.6; Fesko, Reforming Apologetics, 63.Quienes reflexionan sobre el origen del universo y la belleza de la creación se sienten atraídos a ver solamente a Dios como causa.

Ahora bien, esto no significa que la teología natural proporcione un conocimiento salvífico de Dios. Claramente Calvino cree que la revelación sobrenatural debe socorrer estas pruebas a causa del pecado. La Escritura, por tanto, «habiendo dispersado nuestra torpeza, nos muestra claramente al verdadero Dios».22Calvino, Instituciones, 1.6.1. Sin embargo, esto no excluye la utilidad de las pruebas en sí mismas. Con la teología natural, el hombre conoce a Dios como creador, pero necesita la revelación sobrenatural para conocer a Dios como redentor de los elegidos. Ambas fuentes son útiles y autoritativas, y no se oponen, sino que trabajan juntas en armonía para revelar la verdad de Dios.

Calvino, a pesar de no abordar directamente el tema de la teología natural, sin duda demuestra una visión coherente de dicha teología que refleja la de Aquino, y sirve de fundamento adicional para los teólogos reformados ortodoxos y escolásticos posteriores. Negar la teología natural es negar un principio central de la fe cristiana y unirse a los socinianos «que niegan la existencia de tal teología natural…».23Turretin, Institutes, 1:6.

El Calvino católico

Aunque se puede decir mucho más al respecto, lo que he proporcionado sirve como una breve reseña de la apropiación y apreciación de Aristóteles (y otros filósofos griegos) por parte de Calvino, y del uso de la teología natural que se encuentra en sus comentarios y en las Instituciones. Calvino fue un teólogo católico, que trató de utilizar a los mejores pensadores de la historia, uniéndose a ellos en la búsqueda de verdades gloriosas con el fin de dirigir a la gente hacia el Dios Trino. Como James Renihan ha afirmado correctamente:

Los reformadores y sus sucesores… no eran biblicistas que exigían un texto explícito para cada doctrina; eran eclesiásticos que se veían a sí mismos como parte de esa larga línea de creyentes que se remonta a través de los milenios.24James Renihan, To the Judicious and Impartial Reader: Baptist Symbolics, Vol. 2 (Cape Coral: Founders Press, 2022), 60.

Por lo tanto, sigamos el camino de Calvino en la transmisión de la fe católica para la próxima generación.

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Este artículo ha sido traducido con el permiso del pastor Derrick Brite y fue publicado originalmente Credo Magazine

  • 1
    T. F. Torrance, The School of Faith: The Catechisms of the Reformed Church (Eugene, OR: Wipf & Stock Publishers, rep. 1996), xvii.
  • 2
    Véase especialmente Sarah Mortimer, Reason and Religion in the English Revolution: The Challenge of Socinianism (Cambridge: Cambridge University Press, 2010).
  • 3
    Juan Calvino, Instituciones, 3.14.17.
  • 4
    Juan Calvino, comentario a Efesios 1:5.
  • 5
    Véase, por ejemplo, Franciscus Junius, A Treatise on True Theology, trad. David C. Noe (Grand Rapids, MI: Reformation Heritage Books, 2014). Acerca del uso de Aristóteles en los escolásticos reformados, véase Willem J. Van Asselt et al., Introduction to Reformed Scholasticism, trad. Albert Gootjes (Grand Rapids, MI: Reformation Heritage Books, 2011), 26-44.
  • 6
    Aristóteles es citado (tanto positiva como críticamente) siete veces en las Actas de la Asamblea de Westminster. Véase Chad Van Dixhoorn, The Minutes and Papers of the Westminster Assembly, 1643-1653, 5 vols., (Oxford: Oxford University Press, 2012). John Fesko observa que los divinos que se educaron en Cambridge recibieron una formación que hacía «un intenso uso de Aristóteles junto a autores protestantes como el teólogo luterano Philip Melanchthon y el remonstrante Hugo Grocio (1583-1645)». J. V. Fesko, The Theology of the Westminster Standards (Wheaton, IL: Crossway, 2014), 60-61.
  • 7
    Juan Calvino, comentario a Tito 1:12.
  • 8
    Para más detalles acerca de la opinión de Calvino sobre la ética de la virtud, véase David S. Sytsma, “John Calvin and Virtue Ethics” en Journal of Religious Ethics 48, no. 3 (2020): 519-56.
  • 9
    Fesko, The Theology of the Westminster Standards, 259.
  • 10
    Joel R. Beeke, Debated Issues in Sovereign Predestination: Early Lutheran Predestination, Calvinian Reprobation, and Variations in Genevan Lapsarianism (Göttingen, Germany: Vandenhoek & Ruprecht, 2017), 101.
  • 11
    Cornelius Van Til a Francis Schaeffer, 11 Marzo de 1969, en Ordained Servant 6, no. 4 (1997): 77.
  • 12
    Para una útil introducción a la historia de la teología natural, véase David Haines, Natural Theology: A Biblical and Historical Introduction and Defense (The Davenant Press, Oxfordshire, U.K., 2021).
  • 13
    Calvino, comentario a Hechos 17:24.
  • 14
    El sensus divinitatis se define mejor como «una percepción básica e intuitiva de la existencia divina; es generada en todas las personas a través de su encuentro con el orden providencial del mundo. El sensus divinitatis es, por tanto, la base tanto de la religión pagana como de la teología natural. A causa de la caída, la religión que nace de este sentido de lo divino, o semilla de la religión (semen religionis), es idólatra e incapaz de salvar o de producir verdadera obediencia a Dios. Por consiguiente, nuestro sensus divinitatis es capaz únicamente de dejarnos sin excusa en nuestro rechazo de la verdad de Dios». Richard A. Muller, Dictionary of Latin and Greek Theological Terms: Drawn Principally from Protestant Scholastic Theology, 2ª ed. (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2017), 331. El punto de vista de Calvino sobre el sensus divinitatis no fue una nueva invención propia, sino que «es bien sabido que Calvino se refiere a las opiniones de Cicerón cuando articula su concepción del SD…» Paul Helm, John Calvin’s Ideas (Oxford: Oxford University Press, 2004), 231.
  • 15
    J.V. Fesko y Guy M. Richard, “Natural Theology and the Westminster Confession of Faith”, en The Westminster Confession of Faith into the 21st Century, Vol 3., ed. Ligon Duncan (Fearn, Ross-shire: Christian Focus Publications, 2009), 232.
  • 16
    Francis Turretin, Institutes of Elenctic Theology, Vol.1, trad. George Musgrave Giger, ed. James T. Dennison Jr. (Phillipsburg: P&R Publishing 1992), 6.
  • 17
    Calvino, comentario a Hechos 17:28.
  • 18
    Calvino, comentario al Salmo 19:2.
  • 19
    Calvino, comentario al Salmo 104:3.
  • 20
    J.V. Fesko, Reforming Apologetics: Retrieving the Classical Reformed Approach to Defending the Faith (Grand Rapids: Baker Academic, 2019), 63. El análisis de Fesko de los puntos de vista de Calvino es particularmente útil, ya que muestra el compromiso de Calvino tanto con el sensus divinitatis como con el uso de argumentos tradicionales que se encuentran relacionados con hombres como Tomás de Aquino.
  • 21
    Calvino, Instituciones, 1.5.6; Fesko, Reforming Apologetics, 63.
  • 22
    Calvino, Instituciones, 1.6.1.
  • 23
    Turretin, Institutes, 1:6.
  • 24
    James Renihan, To the Judicious and Impartial Reader: Baptist Symbolics, Vol. 2 (Cape Coral: Founders Press, 2022), 60.

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