Entre los muchos males teológicos que pueden afectar a las iglesias reformadas, el “Síndrome del Reformador” es uno de los más problemáticos. ¿Qué es el “Síndrome del Reformador”, preguntas? El Síndrome del Reformador es la creencia personal de que eres un reformador del siglo XVI, reencarnado para la actualidad, listo para enfrentarte a todas las formas de autoridad sin importar cuán estúpidas y enredadas puedan ser tus ideas.
¿Cómo ocurre esto?
Cuando la gente ingresa a la iglesia reformada, inicialmente se deslumbra con la emocionante historia de la Reforma. Leen sobre la confrontación de Martín Lutero con los oficiales católicos romanos en la Dieta de Worms, donde se le ordenó retractarse de sus puntos de vista, pero él respondió: “A menos que se me convenza por el testimonio de las Escrituras o por una razón clara, pues no confío ni en el papa ni en los concilios, pues se han contradicho entre sí, mi conciencia es cautiva de la palabra de Dios. No puedo y no me retractaré de nada, ya que no es seguro ni correcto ir en contra de la conciencia. No puedo hacer otra cosa. Aquí estoy, que Dios me ayude”. Algunas leyendas dicen que Lutero se volvió hacia la sala, levantó las manos en el aire como un torero victorioso y marchó triunfalmente fuera de la sala.
Naturalmente, cuando la gente lee sobre tales cosas, se inspira y quiere hacer cosas igualmente grandiosas, todo por la gloria de Dios. Pero me gusta recordar a mis estudiantes que, si miras la historia de la iglesia, teólogos como Agustín, Lutero, Hodge o Machen, y los conflictos en los que participaron, son algo raros. Es probable que Dios nos llame a un servicio más humilde y “mundano”. Ten en cuenta que, cuando toda la vida se vive coram Deo (ante Dios), hay un sentido en el que nada en la vida es “mundano”: todo puede y debe hacerse para la gloria de Dios. Pero si estamos buscando notoriedad y el reconocimiento y alabanza de nuestros semejantes por lo grandioso que es nuestro servicio al Señor, entonces podemos infectarnos rápidamente con el Síndrome del Reformador.
Comenzamos a creer que nuestra causa teológica, por ridícula que sea, es como la postura de Lutero en Worms. He visto a varias personas montar sus ponis teológicos hasta la Asamblea General de mi denominación y me he rascado la cabeza con desconcierto preguntándome por qué querían que el tribunal más alto de la iglesia escuchara su caso. En estas situaciones, las personas han trabajado durante años pasando por el proceso de apelaciones y en cada paso han rechazado sus casos. Sus circunstancias podrían haberse resuelto con una simple admisión de culpa por una infracción menor o por estar dispuestos a sufrir un agravio (1 Corintios 6:7).
Es poco probable que seas un nuevo Lutero
¿Es posible, por lo tanto, que tú puedas ser el próximo Martín Lutero haciendo tu postura en Worms? Claro, supongo que sí. ¿Pero es probable? Probablemente no. Cuando comenzamos a pensar que somos la próxima encarnación de Lutero o Machen, quizás deberíamos buscar el consejo de amigos de confianza, un pastor o un presbiterio, y verificar si nuestra cruzada es legítima. Otra pregunta a hacer es: “¿Está en juego el evangelio?” Aunque esta pregunta no es una prueba de fuego infalible, ciertamente puede llevarnos a meditar sobre la naturaleza de nuestra causa. Si el evangelio está en juego, entonces procede. Pero si tú eres el principal beneficiario de tu causa, entonces la prudencia dicta que te rindas. Por lo tanto, ten cuidado con el Síndrome del Reformador y recuerda que, por encima de todo, debemos buscar el camino de la cruz, que para el mundo, e incluso para muchos dentro de la iglesia, parecerá una locura. Pero tal es la sabiduría de Dios comparada con la sabiduría del hombre (1 Corintios 2:1-7).
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Este artículo1Los subtítulos y enlaces que redirigen a nuestro sitio web no hacen parte del artículo original. ha sido traducido con el permiso del Dr. J.V. Fesko y fue publicado originalmente en su blog personal. Usted puede comprar sus libros aquí.
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