Este artículo hace parte de una serie sobre la justificación que consta de seis partes en el siguiente orden:
1. ¿Justificación por la Sola Precisión?
2. El acto y el hábito de fe en relación con la unión con Cristo
3. ¿Podemos perder nuestra justificación?
4. Reformados vs arminianos sobre la justificación
5. ¿Una o dos justificaciones?
¿Puede la justificación alguna vez ser revocada si alguien ya está justificado? Hay muchas razones por las que esto es imposible. Quiero ofrecer dos (y quizá algunas otras en una publicación futura). Primero, porque somos justificados por sola fe. Segundo, por la naturaleza de la intercesión de Cristo.
Un aspecto clave de la doctrina bíblica reformada de la justificación es que los pecadores son justificados solo por la fe. Curiosamente, es posible que Martín Lutero nunca llamara a la justificación el artículo por el que la iglesia se sostiene o cae, aunque el concepto se encuentra claramente en sus escritos. Aún sigo buscando una fuente primaria que demuestre que Lutero es el autor de la frase, aunque es posible que el dicho proceda de él. Por ejemplo, William Eyre se refiere a la justificación como «articulus stantis aut cadentis Ecclesiae, como la llama Lutero». En consecuencia, Richard John Neuhaus sostiene erróneamente que la frase «se mantiene o cae» no se originó sino hasta el siglo XVIII.
El origen del término
El término «solo por la fe» (sola fide) tiene su origen en Lutero, aunque la idea es mucho más antigua. En su traducción alemana de Romanos 3:28, Lutero añadió la palabra allein («solo»), traduciendo «justificado por la fe» como «justificado solo por la fe».
Owen habla y defiende la justificación solo por la fe al señalar:
Es solo la fe lo que se requiere de nuestra parte para interesarnos en esa justicia, o por medio de la cual cumplimos con el otorgamiento y la comunicación de la misma por parte de Dios, o la que recibimos para nuestro uso y beneficio; porque aunque esta fe es en sí misma el principio radical de toda obediencia… sin embargo, al ser justificados por ella, su acto y deber es tal, o de tal naturaleza, que ninguna otra gracia, deber u obra puede estar asociada con ella, o ser de alguna consideración.
El argumento de Owen a favor de la sola fe es quíntuple:
En primer lugar, la fe justificadora se expresa con mayor frecuencia como «recibir». Solo la fe puede recibir a Cristo, «y lo que recibe es la causa de nuestra justificación» (Juan 1:12). Además, incluso la gracia de Dios y la justicia misma, «son también recibidas como causa eficiente y material de nuestra justificación».
En segundo lugar, «la fe se expresa poniendo la mirada» (Jn 3, 14-15). Solo poniendo la mirada en Cristo «se expresa la naturaleza de la fe» y por tanto es «excluyente de todas las demás gracias y deberes sin excepción».
En tercer lugar, la fe denota el venir a Cristo (Mt. 11:28). «Venir a Cristo para vida y salvación, es creer en él para la justificación de la vida; pero ninguna otra gracia o deber es un venir a Cristo: y por lo tanto no tienen lugar en la justificación».
En cuarto lugar, la fe se expresa «huyendo [a] en busca de refugio» (Heb. 6:18):
Porque aquí se supone que el que cree está previamente convencido de su condición perdida, y que si permanece en ella perecerá eternamente; que no tiene nada en sí mismo por lo que pueda ser liberado de ella; que debe recurrir a algo más para su alivio; que para este fin considera a Cristo como puesto ante él, y propuesto a él en la promesa del evangelio; que juzga que éste es un camino santo y seguro, para su liberación y aceptación con Dios.
Por último, los términos con los que esta fe se expresa en el Antiguo Testamento son «apoyándose en Dios… o en Cristo… descansando en Dios… aferrándose al Señor… como también confiando, esperando y aguardando». Los que actuaban con este tipo de fe «se declaran a sí mismos perdidos, sin esperanza, desamparados, desolados, pobres, huérfanos; por lo que ponen toda su esperanza y expectación solo en Dios».
Owen es consciente de que las Escrituras no dicen explícitamente que «la justificación es solo por la fe». Sin embargo, señala que la «fe sola» está implícita en las palabras «por la fe en su sangre»; porque «la fe en lo que respecta a la sangre de Cristo como aquella por la cual se hizo propiciación por el pecado, -en cuyo único sentido el apóstol afirma que somos justificados por la fe- no admite asociación con ninguna otra gracia o deber».
Una buena y necesaria consecuencia
La doctrina de la justificación solo por fe es una doctrina teológica arraigada en las Escrituras. Pero la doctrina en sí no requiere un texto de prueba aquí y allá, sino una buena y necesaria consecuencia. Algunos pueden ser tímidos acerca de la «buena y necesaria consecuencia» (cf. Mt. 22:32) cuando se trata de bautizar bebés, pero ese principio de interpretación es vital para el «solo» en cómo somos justificados.
Si no fuéramos justificados solo por la fe, tendríamos alguna otra «condición» que pondría en duda nuestro estado de justificación. Si la justificación no es completa, sino que necesita una segunda justificación, «ningún hombre puede ser justificado en este mundo» (Owen).
La intercesión de Cristo
La segunda razón por la que un pecador justificado siempre permanecerá justificado es por la intercesión de Cristo. La aplicación de la vida y muerte de Cristo se relaciona con su intercesión. Pero la diferencia entre la muerte de Cristo y su intercesión es que los teólogos reformados llaman a su muerte «medium impetrationis, es decir, el medio por el cual se nos procura u obtiene; pero su intercesión, medium applicationis, el medio por el cual se nos aplica todo [lo obtenido]» (Goodwin).
Por tanto, la justificación de los impíos depende de la intercesión de Cristo. De hecho, la continuación de nuestra justificación depende de la continua intercesión de Cristo, ya que su intercesión es la «continuación virtual de su sacrificio» (Goodwin).
En términos de un laico, esto simplemente significa que para que un pecador justificado pierda su justificación, Cristo tendría que renunciar a su oficio como sacerdote. Así que, pastoralmente hablando, podemos decir: perderás tu justificación cuando Cristo decida que no quiere ser sumo sacerdote.
Aunque la muerte de Cristo ocurrió una vez, «sin embargo, es realizada en cada momento, porque continúa por actos de Gracia libre, y así es realmente renovada en cada momento» (Goodwin). Así, Cristo está infinitamente más interesado en mantener la justificación de su pueblo que lo que ellos puedan estarlo jamás.
Después de todo, el Padre ha hecho una declaración, y Cristo quiere honrar la declaración de su Padre siendo el Sumo Sacerdote fiel y compasivo que ha sido llamado a ser.
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Este artículo ha sido traducido con permiso y fue publicado originalmente por el Dr. Mark Jones. Le invitamos a conocer sus libros aquí. 1Los enlaces que redirigen a este sitio web no son parte del artículo original.
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