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Catolicismo Reformado

En mi vida antes de ser padre, solía tener tiempo para correr algunos triatlones, principalmente sprints. Personalmente, una de las cosas que me desanimaba, era el hecho de que el personal del evento de la carrera escribía tu edad en tu pantorrilla con un gran rotulador resistente al agua.

Al principio, no me molestaba: estaría en bicicleta o corriendo y vería 56, 72, 40, y una serie de otros números más altos que el mío mientras los iba superando. Sin embargo, a medida que avanzaba en la carrera, rápidamente me percaté de que, aunque estaba superando a muchos participantes de edades mayores a la mía, probablemente había incluso más corredores con edades superiores a la mía que me estaban adelantando. Vi a una mujer con 68 en su pantorrilla pasarme como si estuviera parado. Fue un poco humillante que alguien de doble mi edad me superara.

Experimenté un sentimiento similar cuando estaba en el seminario y más tarde en la escuela de posgrado. Allí estaba yo, sentado en mi escritorio mientras mi cumpleaños número 27 me pasaba y sentía que estaba parado. Todavía estaba en la escuela, no había hecho nada significativo en mi vida, y sentía que muchos otros me estaban superando. Estaba sentado en mi oficina sin ventanas, soltero, en un país extranjero comiendo cereales secos para el almuerzo porque no podía permitirme mucho más. No ayudaba que supiera que Juan Calvino había escrito la primera edición de las Instituciones cuando tenía 27 años. Ahí estaba yo, aparentemente en neutro, mientras el mundo me pasaba de largo.

¿Estás corriendo bien tu carrera?

Me llevó algún tiempo darme cuenta de que, desde un punto de vista, tenía que ignorar lo que todos los demás estaban haciendo y correr mi propia carrera. A veces tienes que compararte con los demás, pero el referente más importante es preguntarte si estás siendo fiel a las tareas que el Señor ha puesto delante de ti. ¿Estás corriendo bien tu carrera?

Lamento el hecho de que nunca cogí un libro de teología hasta que llegué a mis 20s, pero en el alcance de la providencia de Dios, ahí es donde Él me colocó. Una vez que abrió mi corazón y afectos para estudiar teología, no quería desaprovechar esa oportunidad. No puedo cambiar el pasado, pero puedo decidir aprovechar bien el momento y hacer planes sabios para el futuro.

Te garantizo que habrá momentos en tu ministerio en los que sentirás que todo el mundo te está adelantando. Tu colega publicará un libro, agregará diez nuevas familias a su iglesia en un año, testificará y discipulará a cinco nuevos conversos, o será nombrado para un nuevo puesto o iglesia importante.

Podrías llenarte de envidia, culpa, remordimiento o depresión porque no ves los mismos resultados en tu propio ministerio a pesar de tus diligentes esfuerzos. Miras una pila de cartas de rechazo de una multitud de editoriales, has perdido diez familias este año, solo has ofendido aparentemente a los no creyentes con tus intentos de evangelizarlos, ¡y sientes que la iglesia quiere expulsarte o rechazarte! Corre tu propia carrera.

Ora y busca contentamiento donde el Señor te ha colocado en su santa providencia. Pon todo tu esfuerzo, trabaja duro y deja los resultados en sus manos. Ya sea en abundancia o en escasez, busca alabar a Cristo en todas las situaciones y no te compares con los demás. Ora para ser fiel a lo que Cristo te ha llamado a hacer. Corre tu propia carrera.

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Este artículo1Los subtítulos y enlaces que redirigen a nuestro sitio web no hacen parte del artículo original. ha sido traducido con el permiso del Dr. J.V. Fesko y fue publicado originalmente en su blog personal. Usted puede comprar sus libros aquí.

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